Cuando empecé a trabajar en la sección infantil de la biblio pública y a gestionar las compras para el área, tuve claro que gastaría el presupuesto en librerías independientes pasando de las grandes cadenas y establecimientos medianos y así ganar en calidad, ya que la atención y especialización que te proporciona un librero pequeño e independiente no tiene nada que ver. Es una relación donde gana el librero porque tiene como cliente a una biblioteca y le permite sobrevivir al lado de las grandes cadenas y el bibliotecario porque sabe que está adquiriendo un producto de calidad ya que el librero le aconseja con conocimiento de causa.
Cuento todo esto porque me quedé de piedra cuando leí en el número 169 de la revista Educación y Biblioteca un artículo de la propietaria de una librería infantil y juvenil de Madrid donde se califica la relación comercial librero-biblioteca de "cantos de sirena". Y más patidifusa cuando profundicé y me encontré con esto:
"[...] una biblioteca pública tiene presupuesto para adquirir 1.500 títulos infantiles y juveniles y los quiere comprar en su librería. ¿Requisitos? El máximo descuento oficial para bibliotecas, servicio a domicilio, el compromiso de enviar regularmente reseñas de novedades durante un tiempo indefinido, devolución de los ejemplares adquiridos si fuera necesario y pago en tres meses. Si el librero no es atolondrado, lo pensará un momento antes de aceptar tan "jugoso" ofrecimiento".
"[...] entre que los libros se encargan, reciben, registran [... ] y salen de la librería, pasará entre uno y dos meses en [...] los que sin duda su atención al cliente diario se verá resentida. Aun así, el pequeño librero siempre está ávido de nuevas ventas, pues su supervivencia depende de ello. De manera que empieza a hacer números: el precio medio del libro infantil es de unos 10 euros, por lo que esa venta reportará un ingreso aproximado de 15.000 euros. ¿Jugoso? Si contásemos con el margen con el que suele trabajar (30%), serían unos 4.500 euros de beneficio; pero hay que restar el descuento exigido por la biblioteca (15% = 2.250 euros), [...] el beneficio real que el librero sacará de toda la operación será de menos de 2.000 euros por unos dos meses de trabajo y una inversión sustancial de capital."
Vale la pena recordar ahora que en nuestro país el comercio del libro se rige por el precio fijo que significa que ningún libro se puede vender al público com más del 5% de descuento a excepción de las ventas a instituciones culturales que tienen hasta el 15% de descuento (creo que en Cataluña es un 10%). Volvamos al artículo:
"[...] con esos 2.250 euros de beneficio bruto por dos meses de trabajo -que [...] al final serán mucho menos si contamos con el coste real de la operación, llamadas de teléfono, horas invertidas y, sobre todo, intereses de demora-, el bibliotecario exige que le sirvan gratuitamente los libros a domicilio y además quiere pagarlos en tres meses. [...] el librero saber perfectamente que esos tres meses fácilmente pueden convertirse en siete o en once. Por ello tendrá que pedir un crédito al banco por un importe de unos 10.500 euros al 5% anual (525 euros al año), pues él si paga a sus proveedores a 30 días".
"Así, lo mejor hubiera sido que el bibliotecario se dirigiera directamente a gran cadena de librerías. Pero no lo hace, porque además de aquellos requisitos, quiere un servicio personalizado, quiere un librero que se encargue de localizar 1.500 títulos, [...] le reseñe novedades. Ninguna gran cadena de librerías pierde tiempo (y dinero) en algo así. Por eso, y como el bibliotecario también sabe que el librero necesita de sus compras para sobrevivir, tiene la osadía de pedírselo".
Vaya, que leyendo el artículo parece que nuestra profesión la enseñen en la escuela de bibliotecarios mafiosos de Tony Soprano. Sólo nos falta ir a la librería con Ralphie Cifaretto y dar castañazos a los libreros que no nos redacten las guías de lectura y recomendaciones.
La semana pasada cuando viajé a Madrid a ver a unos amigos, también bibliotecarios y libreros, pregunté por la situación y se ve que la ya de por sí situación abusiva (administración-bibliotecas-librerías) el tema se ha agravado: la crisis está haciendo que lo que antes era pagos retrasados ahora sean indefinidos y tres librerías madrileñas especializadas, pequeñas e independientes se han visto obligadas a cerrar por haberse endeudado con el banco. Y las bibliotecas siguen sin pagar. Es más, realizan nuevos encargos sin haber abonado los anteriores.
Tanto a mí como a una de mis amigas (bibliotecaria vasca) nos choca mucho la situación ya que en nuestras bibliotecas si no hay dinero no hay libros y mucho menos compras. Os recomiendo que os hagáis con la revista y leáis el artículo porque es muy interesante la explicación que hace sobre el tema.
ANSÓN BALMASEDA, Marta. El canto de sirena de la venta a bibliotecas: la perspectiva del librero. Educación y Biblioteca. 2009, año 21, nº169, p. 14-16.