En la biblioteca a menudo me encuentro objetos que se han quedado olvidados. Algunos son pequeños tesoros y otros son un enigma para los bibliotecarios por la singularidad que radica en el hecho de perder un determinado objeto. Por ejemplo, perder un cochechito de bebé se me hace raro. ¿No notó su legítimo dueño que salía con el bebé en brazos en lugar de transportarlo cómodamente en el carrito? Igualmente a perder una muleta o un zapato. Son de aquellas cosas que se hacen notar.
En estos casos, procedemos como cualquier otra administración pública: seguimos el protocolo de objetos perdidos. Primero los alojamos en un armario y quedan anotados en nuestro excel y pasado un tiempo los depositamos en la oficina del ayuntamiento encargada de estos menesteres (¡cómo me gustaría pasar dos días en dicha oficina!). Pero hay algunas cosas que por su singularidad podemos identificar al propietario y intentar ponernos en contacto con él para que recupere su bien. Y no hace tanto recuperé un objeto muy singular...
Me encontraba ordenando la sección de pequeños lectores (0-3 años) del área infantil, cuando detecté un librito pequeño sin tejuelo ni código de barras. Todas las biblio alarmas se encendieron y cuando ya pensaba que tenía una nueva adquisición para la biblioteca me di cuenta que no era un libro sino un cuaderno. Lo abrí y ojeé su contenido. Y en el contenido residía la singularidad que me permitió identificar a su propietaria, una ilustradora que hacía unas pocas semanas había pasado por la biblioteca.
Es bonito, ¿verdad? Si os fijáis en las ilustraciones, ¿sabríais identificar a la ilustradora?
Si no podéis, más abajo os revelo su identidad...
Aún no sé cómo resistí a la tentación de quedarme el cuaderno con esbozos para futuras ilustraciones, retratos de escenas cotidianas y demás joyitas, pero sólo con pensar que pierdo alguno de mis cuadernos con anécdotas y tonterías, me dí cuenta que no podía quedármelo. Así que contacté con la ilustradora y su cuaderno ya está viajando por el espacio postal. Espero que le llegue pronto y que mi biblio karma me recompense con el descubrimiento de otro tesoro que esta vez pueda atesorar...