sábado, 31 de octubre de 2009

Tos sepulturera

Esta semana ha sido extraña en la biblioteca. Tenebrosa. Todo empezó cuando mi compañera en la sala infantil se contagió de gripe. Primero pensamos en aislarla en el cuarto de las escobas, pero al final se encerró durante una semana en su casa, con mascarilla incluida hasta que llegó. Pero ya nada fue lo mismo. Yo empecé a tener una tos inquietante que me removía las entrañas, parecía que en lugar de estertores iba a expulsar cualquier órgano por la boca, pero aguanté como una jabata, aunque acojonaba bastante oírme toser. Desgraciadamente fui la única miembro suficientemente fuerte para superar la maldición que nos ha caído encima y ya tenemos a tres miembros de baja. Unos tienen fiebre, otros moquean, otros tienen tos y algunos hasta lo tienen todo. Con suerte superaremos esta calurosa castanyada maldita que da tanto miedo como cualquier halloween yanqui.

¡Va por ustedes compañeros enfermitos!

domingo, 25 de octubre de 2009

Taking it easy

Después dirán que los bibliotecarios somos sosos y muermos, pero nada de eso lo podrían haber dicho los que nos vieron bailar como posesos ayer por la noche. Miedo me da donde van a ir a parar los vídeos y fotos que nos hicimos. Menos mal que esta mañana no me tocaba trabajar. Así que me lo estoy tomando con calma.


Ay, elAbogado, cuando oiga la voz cochambrosa que canto y las ojeras que ajan mi cara...

jueves, 22 de octubre de 2009

Dexter y El oscuro pasajero, de Jeff Lindsay

Dexter es policía forense en Miami. Analiza muestras de sangre. Es educado, amable y muestra buenos modales. Su día a día transcurre sin complicaciones ni sobresaltos, en el trabajo es respetado, su hermanastra, también policía, recurre a él siempre que lo necesita, y aunque Dexter no siente especial interés por las mujeres su vida emocional está a punto de estabilizarse gracias a Rita, su novia.

Parece que Dexter no tiene problemas, que vive por inercia, pero todo es puro fingimiento, debe ocultar su secreto. Un oscuro pasajero que viaja en su interior y que cíclicamente llama a su puerta para dar rienda suelta a su verdadero yo: un depredador asesino que mata como quien juega al tenis para liberar estrés. Gracias a su padre adoptivo que le inculcó un código de valores, Dexter sólo mata a los de su propia especie, asesinos.

Conocí a Dexter en la televisión gracias a la serie y me fascinó la dualidad de su personaje, tan maravillosamente interpretado por Michael C. Hall que consigue alojar a las dos facetas de Dexter sin artificiosidad ninguna. Es tan seductor que estremece.

Fanática como soy de los títulos de crédito, que me lo leo todo, vi que la serie estaba basada en una novela y me picó la curiosidad. La serie era tan buena que me parecía difícil que la materia prima no fuera también de gran calidad. Así que me la presté en la biblioteca y me reencontré con Dexter, pero en la intimidad literaria (oye, que leer entraña mucha intimidad).

Y me sedujo otra vez. Fue aún más estremecedor que en pantalla y no sé si será porque considero que es más difícil conseguir que el lector se crea esa dualidad por escrito que interpretado. Jeff Lindsay juega muy bien con las voces narrativas y la doble psicología de Dexter te asusta a la vez que empatiza contigo y hace que te parezca simpático.

A Dexter lo podemos leer más de una vez ya que Lindsay ha construido una serie literaria, y aunque la primera temporada sí es un reflejo bastante fiel de la primera novela, lo bueno es que a partir de la segunda la televisión y la literatura van cada una por su lado. Así tenemos ración doble. Y para acabar, deleitaros con los títulos de crédito.

Me encanta cuando se afeita...

LINDSAY, Jeff. El oscuro pasajero. Barcelona: Urano. 251p. ISBN 84-95618-83-4.

Bibliotecas de la provincia de Barcelona donde podéis coger este libro en préstamo, y la serie también

sábado, 17 de octubre de 2009

El gusto del cloro, de Bastien Vivès

No sé si os pasará como a mí, pero hablar sobre cómic me da reparo. No es porque el género no me guste, me encantan los cómics y cuando empiezo no paro, pero no me siento suficientemente segura como para hablar de ellos.
Siento que no tengo un bagaje lector suficientemente amplio y heterogéneo, no domino en profundidad la terminología y no me atrevería a decir qué es lo que determina que un cómic sea bueno o no como para lanzar opiniones al aire tan buenamente.

Después de haberme vendido tan mal no sé si os apetecerá seguir leyendo lo que me ha parecido El gusto del cloro de Bastien Vivès, pero por si acaso hay algún valiente que le interese...
... le diré que leyendo este cómic me quedé atrapada en los silencios, los azules y los grises, igual que en la piscina de mi gimnasio. He disfrutado muchísimo con esta historia tan simple como un joven que por prescripción médica se apunta a la piscina. Allí conocerá a una nadadora que le ayudará a mejorar su técnica y de la que se quedará un pelín colgado.

Lo que más me ha gustado del cómic son los silencios y la poca flexibilidad cromática enriquecida, eso sí, con multitud de matices acuáticos que hace que te sumerjas en la piscina y que la poesía fluya lentamente. Parece que no pasa nada, pero en cada viñeta está pasando algo. Me ha encantado.

jueves, 15 de octubre de 2009

¡Quiero bailaaaaaarrrr!

Salir el sábado pasado con los amigos de bares y a bailar me ha mantenido de buen humor toda la semana.


Averno, a ver si la próxima vez escogemos un sitio tan lleno de tiarrones del norte y glamour...

martes, 13 de octubre de 2009

Pon a un ilustrador en tu salón

Cuando Nórdica publicó El Festín de Babette recibí un adelanto en mi correo electrónico y qué grande fue mi sorpresa al encontrarme en la tercera página una bellísima ilustración de Noemí Villamuza, una de mis ilustradoras favoritas.

Me encanta, me chifla y en la sala infantil siempre utilizamos ilustraciones suyas para colgarlas por la biblioteca. Son maravillosas.

No dudé un momento en imprimirme la ilustración y colgarla en mi cocina, que le va que ni pintado. Aunque, claro, está impresa en una cartulina sencillita. Todo muy casero, vamos.
Si tuviera la oportunidad de comprarme una lámina suya en condiciones, no lo dudaría. En Casa Anita siempre tienen expuestas ilustraciones de diversos autores, aunque son un verdadero capricho para la economía familiar. Así que cuando he leído en
Son risas y silencios sobre Printastic me he emocionado. Se trata de una galería de ilustraciones colgadas por sus autores que se reproducen por demanda en glicée con el consecuente abaratamiento del coste.

Que por 30€ tienes un Riki Blanco. A mí me gusta ésta. Y también me gustan las ilustraciones comiqueras de Miguel Brieva o alguna más subidita de tono para mi habitación.

Para gustos los colores.

domingo, 11 de octubre de 2009

y si viniera Penélope Cruz a la biblioteca...

Cuando pienso que nunca nadie va a superar la última pregunta y/o anécdota que me hacen o me encuentro en la biblioteca, siempre hay algún usuario dispuesto a sorprenderme. Así que querría compartir con todos vosotros lo que me dijo una mujer el lunes pasado en la sala infantil. Os pongo en situación:

Estaba a punto de empezar una sesión charla para padres, profesores, interesados... sobre obras de la literatura infantil que tratasen el tema del miedo, los maestros que debían venir no lo hicieron y daba mucha penita ver a la chica que tenía que dar la charla prácticamente sola, pobrecilla. Así que me dispuse a buscar padres para ver si los animaba a enterarse de las recomendaciones en literatura que les ofrecíamos. Después de un par de convencidos y un par de negativas, salen del ascensor dos mamás con sendos carricoches de bebé y voy a por ellas.
Sobre la charla me dicen que no les interesan los libros, a lo que yo respondo con un gesto circunspecto (escondía la profunda reflexión que se desarrollaba en mi interior: "¿y a qué habéis venido?") Ante el fracaso total de la operación abducción de la pareja de mamás con carricoche me dispongo a la búsqueda y captura de otros papás, pero las susodichas me lo impiden.

Tienen una pregunta que hacerme y yo, solícita como soy, me preparo con la mejor de mis sonrisas:

- Mira chica, es que queremos celebrar el cumpleaños de los niños y queríamos saber si aquí en la biblioteca ofrecéis este servicio.
- Ummmm, ¿a qué tipo de servicio se refiere?
- Pues eso niña, a tener la sala infantil, los globos, la merienda, esas cosas.
- Pues no, la biblioteca no ofrece esos servicios, pero una vez vi como en el bar de la planta baja organizaban un cumpleaños. Así que si quieren pueden bajar y preguntarlo allí.
- Ah, no, es que ahí en el bar queda muy abierto, muy público.
- 0_0
- Lo que queremos es celebrarlo en la sala infantil, pero sin niños. Queremos alquilarla para nosotras.
- Ya, pero es que la biblioteca es pública, el servicio que ofrecemos es público, para todo el mundo, y no podemos cerrar la sala para ustedes, ni pagando, porque no se puede, que es público. (Inciso: os habéis encontrado en la situación de querer explicar algo que es tan obvio que parece que no hay palabras para desarrollar la cuestión y os repetís os repetís y os repetís. Pues así de perpleja me sentí yo).
- Me estás diciendo que si viniera Penélope Cruz a la biblioteca...
- 0_0
- ... y te dijera que quiere alquilar la sala infantil para hacer el cumpleaños de su hijo, ¿le diríais también que no?
- Pues claro, la biblioteca es pública y no podemos cerrar una sala para organizar actos privados. Disponemos de salas para organizar actos de asociaciones culturales, entidades y demás, pero no actos privados.
- (la señora pone cara de perro) Pues vaya servicio que ofrecéis...

Como os decía al principio, esta anécdota creo que figurará durante mucho tiempo en mi lista particular de situaciones biblio-extraño-bizarras-sin sentido, aunque nunca se sabe leyendo lo que leo en diferentes blogs biblio anecdotarios (uno, dos, tres, cuaaatrooo)...

jueves, 8 de octubre de 2009

Burlando a la Parca, de Josh Bazell

Una de las cosas que más rabia me da al leer la solapa o la contraportada de un libro es que me vendan mal la moto, como si fuera tonta. Entiendo que en este espacio del libro nos adelantarán parte del argumento para que nos enganchemos y así comprarlo o prestarlo en la biblioteca, pero que me pongan:

"Imaginen a Tony Soprano operando a corazón abierto en la sala de Urgencias, añadan a eso un perfil de adicto a los fármacos y un enciclopédico acervo de artes marciales de todo tipo y tendrán a Peter Brown".

Así que cuando leí la trillada fórmula que siempre empieza por "imaginen que" seguido del inseparable "añadan tal" para dar a luz al resultado "tendrán a" que se supone nos va a convencer de comprar el producto en cuestión, me dieron ganas de no llevarme el libro de Josh Bazell que mi madre ya había leído.
Me gustaría mucho conocer a un redactor de cubiertas y solapas para que me explicase por qué pasan este tipo de cosas y saber si en realidad las editoriales se piensan que somos tontos y no sabremos valorar el libro en cuestión sin referencias tan traídas como la de Los Soprano. Lo que me hace pensar en la entrada del blog de los guionistas del programa BFN donde hablaban de lo común que es hoy en día comparar a Los Soprano con otra cosa, preferiblemente otra serie, para valorar positivamente el segundo producto. Y no nos confundamos, que a mí Los Soprano me encanta, pero como dice el dicho, algunas comparaciones son odiosas, sobretodo si son innecesarias por tener el personaje al que se refiere la comparación suficiente entidad propia.

Total, que todo esta rabieta viene a cuento porque si no me fiase al cien por cien del gusto lector de mi madre la solapa del libro Burlando a la Parca me habría obligado a deshechar una lectura que me ha encantado por su frescura, su agilidad, su ritmo trepidante y el buen hacer que demuestra el escritor al mezclar las referencias al pasado del personaje con su presente, y los apuntes y detalles médicos y mafiosos, que no es tan fácil de hacer sin hacer perder el hilo al lector.

Josh Bazell nos cuenta la historia de Peter Brown un médico que trabaja en un hospital de Manhattan, que a mí personalmente me recordó muchísimo al servicio que dispensan en el despacho de las urgencias del Sant Pau donde valoran si tu dolencia es realmente urgente, que anteriormente estuvo involucrado con la mafia. Aprovechando su entrada en el programa de protección de testigos del FBI estudió medicina, se cambió el nombre y vive una nueva vida hasta que ingresa en el hospital un antiguo mafioso que le reconoce. Y... no quiero contaros más porque vale la pena que lo leáis vosotros mismos.

Si queréis saber más sobre el libro y/o su autor os sugiero que os paséis por la web que ha habilitado para la obra Círculo de Lectores, que ha editado la primera novela de las aventuras del Dr. Peter Brown conjuntamente con Anagrama. Eso sí, no voy a dejaros sin probar un poquito y ya me lo diréis...

"De modo que voy camino del trabajo, me paro a ver cómo una paloma se pelea con una rata en la nieve y un gilipollas intenta atracarme! Naturalmente tiene una pistola. Se me acerca por detrás y me la clava en la base del cráneo. Está fría, y en realidad produce una sensación agradable, como de digitopuntura.

–Tranquilo, doctor –me sugiere.

Lo que lo explica todo, almenos. Incluso a las cinco de lamañana, no soy la clase de tío al que se suele atracar. Soy como una estatua de estibador plantada en la Isla de Pascua.
Pero el capullo me ve bajo el abrigo los pantalones azules del pijama sanitario y los zuecos de plástico verde perforados, así que piensa que debo de llevar drogas y dinero encima. Y que a lo mejor he hecho alguna especie de juramento de no patearle su culo de tonto del culo por tratar de asaltarme.
Apenas tengo drogas y dinero suficiente para pasar el día.Yel único juramento que he hecho, según recuerdo, es el de no tener propósito de hacer daño. Me parece que ya hemos pasado de ese punto.

–Vale –digo, alzando las manos.

La rata y la paloma se han largado. Cobardicas.
Me doy la vuelta, movimiento que me aparta la pistola de la nuca yme deja con lamano derecha levantada por encima del brazo del capullo. Lo agarro del codo y tiro bruscamente hacia arriba, haciendo que sus ligamentos salten como tapones de champán.
Detengámonos un momento a contemplar el prodigio que llamamos codo.

Los dos huesos del brazo, cúbito y radio, se mueven por separado, y también giran. Lo que pueden comprobar poniendo la palma de la mano hacia arriba, posición en la cual el cúbito y el radio se encuentran en paralelo, y volviéndola luego hacia abajo, postura en que se cruzan formando una equis. Necesitan, por tanto, un complejo sistema de anclaje en el codo, con los ligamentos envolviendo los diversos extremos óseos en unas tiras rebobinables semejantes a la cinta pegada en el mango de una raqueta de tenis. Es una pena romperlos".

BAZELL, Josh. Burlando a la Parca. Barcelona: Anagrama, 2009. 316 p. ISBN 978-84-339-7512-6.

martes, 6 de octubre de 2009

Copenhague (V): Odense

Nuestro último día en Dinamarca curiosamente debía llevarnos hasta Malmö a través del puente de Oresund, y aunque me muero de ganas de visitar Suecia, yo no podía irme de Dinamarca sin visitar la ciudad de Hans Christian Andersen: Odense.
Así que nos subimos al tren, cruzamos la isla de Sjaelland, descubriendo un paisaje cien por cien bucólico y rural.


Por encima del mar llegamos hasta la isla de Fionia. Leyendo la guía de viaje me enteré que la isla era propiedad de los condes de Holstein (porque ellos lo valían, seguro), pero que a finales de la Edad Media se incorporó a la corona danesa (supongo que mantener una isla tan grande debe conllevar muchos gastos).
La capital de Fionia es Odense. Según mi guía, no se conoce con precisión su fecha de fundación, pero la etimología de su nombre, que significa "lugar de culto de Odín", atestigua su existencia en la época vikinga.

Fue agradable descubrir, nada más bajar del tren, que la biblioteca central de Odense está en la estación, pero no pudimos entretenernos en visitarla porque el trayecto Copenhague-Odense-Copenhague son un poco más de tres horas y no sabíamos cuánto tiempo íbamos a dedicar a los dos museos sobre Hans Christian Andersen que hay en la ciudad.
La segunda sorpresa nos la llevamos al salir de la estación donde nos topamos con un parque y una escultura que reproducía uno de los recortables del autor, lo que atestigua que gran parte de la vida cultural de la ciudad gira en torno al escritor.
Y camina que caminarás, nos topamos con la H.C. Andersen Hus el museo ubicado en la casa natal del autor, según narra la tradición local.
Visitando el museo se entera uno de toda, toda, toda la historia del escritor: desde su pobreza natal, su condición de gran viajero, sus comienzos como artista, su aislamiento social, sus complejos físicos, sus dificultades en el amor... todo, todo y todo.

Como el museo está construido de forma anexa a la casa, ésta se puede visitar por dentro y las estancias están reproducidas como en la época; el equipamiento dispone también de las reproducciones del estudio que el autor habitó en Nyhavn, en Copenhague; así como multitud de objetos personales: entre mis preferidos, el sombrero de copa, un libro ilustrado que confeccionó él mismo para la hija de un amigo, sus famosos recortables oníricos y un biombo que decoró él mismo utilizando la técnica del collage mientras estuvo enfermo en cama. A los más atrevidos les chiflará poder contemplar su dentadura.

A la salida del museo hay un jardín con un castillo donde tres veces al día se representan cuentos de Andersen y como todo el mundo los conoce no importa que lo hagan en danés. Hasta elAbogado se divirtió.
El museo se encuentra en el barrio Andersen, de apariencia tranquila y resultonas casas de arquitectura rural, con la consabida estátua en honor a un personaje Andersen: el soldadito de plomo.
Más al sur pasamos por el precioso parque Hans Christian Andersen con su monumento al escritor y referencias también al cuento del soldadito, esta vez con un barquito de papel metálico bien grande que flota en el estanque.
Y de vuelta para la estación, nos despedimos de los paisajes daneses con muy buen sabor de boca y unas ganas enormes de volver.

domingo, 4 de octubre de 2009

Copenhague (IV)

Copenhague es una ciudad fácil de visitar porque no es demasiado grande y bastante llana así que para pasear es ideal, pero sobretodo es genial si la ves en bici. Durante todos los días que estuvimos allí contemplamos con desespero las estaciones de bici municipales vacías, y es que sólo debes introducir una moneda (el mismo sistema que te permite coger un carrito en el súper) y ya tienes la bici, sin restricciones horarias. Supongo que a los ciudadanos de Copenhague mucha falta no les hará porque todos llevan sus propias bicis (chulísimas, por cierto), pero para los guiris es genial. Lo malo es que no hay muchas, así que el último día que estábamos en Copenhague, elAbogado y yo tuvimos la suerte de encontrar dos bicis disponibles y nos dispusimos a dar una última vuelta por la ciudad.

Salimos del barrio universitario, que es muy recomendable visitar a fondo porque es precioso y muy animado (no os perdáis la biblioteca...) y nos fuimos hasta Amalienborg pasando por la iglesia Marmorkirken, como su nombre indica es toda de mármol, que hizo edificar Frederik V a mediados del siglo XVIII pero que se quedó a medias por falta de fondos y hasta finales del XIX no se acabó. Por fuera da una sensación de grandiosidad y amplitud, pero cuando entras dentro ves que en realidad es pequeñita, pero muy cuca.


Cruzamos los jardines Amaliehaven y llegamos hasta el paseo marítimo que bordeamos agradablemente ya que estaba atardeciendo, la brisa era fresca y los rayos de sol cálidos. Una delicia. Llegamos hasta los muros de Kastellet, una ciudadela fortificada con un edificio en su interior construido en forma de estrella de cinco puntas protegido por lienzos de 20 metros de altura.
Antes de cruzar el foso y entrar a Kastellet nos entretuvimos admirando la iglesia Skt. Albans Kirke que se construyó expresamente para la princesa y futura reina Alexandra, que se casó con Eduardo, príncipe de Gales, y futuro rey Eduardo VII. Por eso esta iglesia de estilo neogótico inglés acoge principalmente a la comunidad británica de la ciudad.
Al lado de la iglesia está mi monumento preferido de Copenhague: la Fuente de Gefion, la mayor de la ciudad. Recrea la leyenda que dice que el rey de Suecia, Gylfe, le ofreció tanto territorio como ella pudiera labrar en una noche. Entonces, ella transformó en bueyes a sus cuatro hijos, fruto de su unión con un gigante noruego (!). Toda la tierra que consiguieron labrar se conviertió en la isla de Sjaelland. Es espectacular la fuerza y potencia que transmite la escultura.

Y para acabar nuestro recorrido en Copenhague nos despedimos de la Sirenita, que no es tan decepcionante como dicen algunos. Muy mona y cuca, llena de turistas que se encaraman, la pobre. También nos saludamos con Hans Christian Andersen, ya que al día siguiente nos dirigimos a su ciudad natal, Odense.

jueves, 1 de octubre de 2009

Copenhague (III)

No podíamos irnos de la ciudad sin visitar su famosísima fábrica Carlsberg, la que según reza el anuncio es posiblemente la mejor cerveza del mundo. Yo no sé si tanto, ya que soy una ignorante de la cerveza, bebo poca y de la suavita así que... Lo que está claro es que el fundador de la cervecera es una especie de héroe en Copenhague debido a la creación de la Fundación Carlsberg para la investigación científica y el Museo de Frederiksborg. Su hijo también siguió con el mecenazgo y donó a los daneses su colección de arte y que se aloja en la Ny Carlsberg Glyptotek.
La ciudad está llena de referencias a la familia Carlsberg así que teníamos mucha curiosidad por ver dónde empezó todo.

La visita al complejo industrial (que siguió a la pequeña fábrica de cerveza en el centro de Copenhague) se realiza empezando por la Puerta de los Elefantes (emblema de la fábrica) y por la Doble Puerta. Ambas son características del eclecticismo arquitectónico que se vivió a finales del siglo XIX. Los elefantes son espectaculares, aunque también es curioso contemplar el friso que se halla sobre la Doble Puerta y donde se puede ver al cervecero rodeado por su familia y colaboradores como si estuviera contemplando el resultado de su trabajo.

Vale la pena pagar la entrada al centro de visitantes y museo, ya que no es excesivamente cara, y la visita es muy interesante ya que se pueden ver documentos, objetos y películas que destacan el contraste en las antiguas formas de elaboración y distribución de la cerveza y las actuales basadas en la alta tecnología. Los antiguos talleres aún están activos, ya que a modo de parque temático de la cerveza, se pueden ver a diversos monigotes que representan los antiguos oficios relacionados con la cerveza: la tonelería, la carrocería, la fragua, el laboratorio y las cuadras que llegaron a albergar 12 caballos de tiro y que actualmente alojan a Jacob. No dejéis escapar la oportunidad de darle paja y acariciarlo así como al gato del jardín.A los que os gusten las colecciones, sabed que en el museo se encuentra la colección más grande del mundo (certificado por los récord Guinnes, si os sirve de algo...) de botellines de cerveza sin abrir. Para cuando visitamos el museo (agosto 2009) disponían de 18.630 botellines, 14.778 de los cuales estaban expuestos. Por supuesto que hicimos el guiri y recorrimos la colección buscando nuestras cervezas autóctonas, y no fueron pocas las que vimos.

Y si os gusta beber cerveza, debéis pagar la entrada ya que con ella os regalan dos consumiciones que podéis degustar a la salida, en el bar. Como nosotros éramos siete, nos plantamos con 14 cervezas que poco más o menos nos tuvimos que beber entre mi cuñada y yo (¡vivan las bibliotecarias borrachas!). Las dos salimos bien contentas de la Carlsberg, para qué negarlo...

Después de la salida cerveza decidimos ir a descansar un poco al hotel (y es que las cuñadas bibliotecarias íbamos un pelín piripis) y por la tarde elAbogado, su hermano elUrbano y yo nos fuimos al que dicen es el parque de atracciones más antiguo del mundo, el Tívoli. Inaugurado en 1843 son unos jardines preciosos, con un aire antiguo y trasnochado, que albergan atracciones clásicas que se combinan con algunas más modernas. Los puestos son también antiguos, o vintage si queremos ser glamourosos, y cuando creí que no vería un carrito de helados pasar, pasó. Maravilloso. Y encima no es un sitio para nada guiri, ya es un punto de encuentro entre los daneses.

Cuando anochece todo el parque se ilumina y su encanto se multiplica por mil. Aunque la entrada no es barata, vale mucho la pena su adquisición para que todo ese espíritu trasnochado te invada. Además si no te gustan mucho las atracciones puedes comprarte una entrada sólo para pasearte y si quieres subir sólo a alguna puedes pagar sólo por lo que te interese a pie de atracción. Los dos hermanos se subieron a una de caída libre, que ni de coña probé, pero me obligaron a subir a la araña enorme que veis en la foto que no es más que unas cadiretas (lo siento, no sé cómo se dice en castellano), pero muy endemoniadas porque subían muy muy alto e iban bastante rápido, con la ausencia de un cinturón y un arnés a juego con la altura que pillaba el aparato. Pasé un poco de susto, pero las vistas de la luna llena sobre la ciudad fueron impagables.

Lo pasamos en grande también en los autos de choque, los hermanos pensaron que podrían conmigo, pero les di unos buenos golpes y se sorprendieron de mi manejo del volante. Lástima que no hubieran una caseta de tiro para que fliparan también con mi manejo y puntería con la escopeta. Finalmente salimos del Tívoli a las doce de la noche con un buen cubo de palomitas y una bolsa de chucherías. Nos sentimos como niños.