
Había leído sobre ellos en la prensa, pero desde que los colocaron por la ciudad no había podido encontrarme con ninguno. Eran seres mitológicos para mí. Ansiaba troperzarme con ellos y robar uno para colocarlo en casa y así poder contemplar al galet gigante cuando yo quisiera.Así que cuando regresaba hacia mi apartamento después de salir a cenar fuera y me topé con el galet gigante me emocioné y por supuesto me hice una fotografía a su lado. Menuda hazaña.
Al final no lo sustraje, aunque hubiese sido el momento propicio para el delito (sin testigos, nocturnidad), lástima lo bien anclado que estaba al pavimento y que nunca me atrevería a hacerlo. No tengo valor. Ay, las heroicidades no son para las bibliotecarias mundanas...