Los juegos del hambre, de Suzanne Collins
En un mundo postapocalíptico, en Panem el Capitolio gobierna con dureza los 12 distritos en los que ha sido dividida la sociedad. Especializados por sectores (uno para la agricultura, otro para la minería, etc) y sometidos a un rígido control.
Cada año, para recordar que la rebelión es inútil se celebran Los Juegos del Hambre, una competición televisada donde los participantes son un chico y una chica de cada distrito, elegidos por sorteo. 24 participantes en total que tendrán que luchar a muerte hasta que sólo sobreviva uno de ellos.
La historia empieza en el Distrito 12 cuando la pequeña Primrose Everdeen es escogida como Tributo para participar en Los Juegos del Hambre. Su hermana Katniss se ofrece voluntaria para sustituirla, salvándola así de una muerte segura. Este es el inicio de una lectura sin fin, en la que prácticamente no tuve tiempo ni de respirar entre capítulo y capítulo, libro a libro. Los Juegos del Hambre engancha que es un primor. Cualquier intento de dejar la trilogía para intercalarla con otras lecturas fue en vano.
Narrada en primera persona y tiempo presente, el lector se une a la protagonista en su lucha para sobrevivir a la matanza que se desarrollará en la arena, pero también es uno más de los espectadores del Capitolio, dedicados al hedonismo y al ocio, que tanto disfrutan de la masacre anual.
A lo largo de las tres entregas de la saga, a la historia se le añaden más elementos como el triángulo amoroso de Katniss con Gale y Peeta y la descarnada guerra final para derrocar al Capitolio. Ambos elementos sirven de propósito a la autora para desarrollar la profundidad psicológica de la protagonista adolescente.
Lo que más me ha gustado de la trilogía, obviando los elementos propios del género fantástico-distópico y de aventuras, es que la historia no cae en maniqueísmos típicos. Tanto en el comportamiento a veces voluble y caprichoso de la propia Katniss respecto a sus dos compañeros masculinos, hasta en la guerra que se desarrolla en la tercera entrega, donde los dos bandos utilizan y sacrifican cuantas vidas humanas sean necesarias en favor de sus líderes y de sus ideales.
El retrato evolutivo de la psicología de la sociedad y de los personajes que la habitan, así como de sus propios conflictos, que empieza con la frivolidad extrema del Capitolio y acaba con un tono negro y nihilista generalizado, es otro de los puntos fuertes de la saga.
Como todo fenómeno literario, Los Juegos del Hambre cuenta con grandes entusiastas, pero también con detractores. De entre todas las críticas y reseñas leídas me quedo con dos, una de cada lado. Entre los entusiastas recomiendo leer el post La gran potencialidad literaria de Los Juegos del Hambre publicado en el blog Lector Empedernido donde se analiza la estructura literaria, la profundidad psicológica e incluso la simbología presentes en la saga. Del lado contrario me interesó especialmente el post Circo romano por televisión del blog Bienvenidos a la fiesta de Luis Daniel González, donde el autor expone su opinión al respecto de la saga como ejemplo de los recientes fenómenos literarios distópicos que utilizan excusas educativo-culturales-morales (en palabras del propio autor) para justificar dichos relatos que utilizan la muerte gratuita o las masacres para jugar con el morbo y la curiosidad del lector. Es muy interesante también profundizar en esta teoría a través del artículo del mismo González, Novelas juveniles inquietantes o sociedad inquietante donde se contraponen diversos ejemplos literarios que sí tendrían intención literaria con otros, como Los Juegos del Hambre, que no.
En todo caso, Los Juegos del Hambre es una interesante propuesta literaria a la que vale la pena dedicarle vuestro tiempo lector y si queréis posicionaros luego de un lado, del otro o de ninguno. Y si ya la habéis leído me interesará saber vuestra opinión al respecto.