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lunes, 7 de enero de 2013

Confesiones, viajes, malos tragos, en crudo... de un chef


Hoy mismo he finalizado la lectura de En crudo: la cara oculta del mundo de la gastronomía de Anthony Bourdain, cuando he caído en la cuenta que nunca antes había hablado de este chef reciclado en escritor de la que soy fan absoluta. Así que procedo a emmendar mi error...

Leí Confesiones de un chef al poco de su publicación en España. Siempre me había sentido atraída por la gastronomía pero hacía un par de años había empezado unos cursos de cocina a la par que entraba en la facultad de Biblioteconomía. Todo me era bastante nuevo, así que la lectura de Bourdain fue un choque bastante importante. Me sorprendió sobremanera el descarnado anecdotario del que hace gala el cocinero, trash hasta morir, lleno de cocineros cocainómanos, heroinómanos, borrachos y armados con cuchillos seguro que no muy limpios. Es un relato apasionante de sus primeras experiencias gastronómicas en la vida, así como de sus inicios en el mundo de las cocinas de los restaurantes, su gestión y la alineación que sufren los que se dedican a ese negocio.
Me gustó tanto que nuevo libro que se ha publicado lo he devorado. 

Viajes de un chef es una travesía por todo el mundo, como reza el subtítulo en busca de la comida perfecta. Bourdain aprovecha la fama que le aporta Confesiones de un chef para fichar por un canal de televisión por cable y venderles un programa sobre viajes y comida sin tener en cuenta los usos gastronómicos establecidos. Es un caos ordenado de experiencias culinarias más allá de refinamientos cotidianos. Una delicia si a parte de comer, te gusta viajar y experimentar con la comida.

En Malos tragos encontramos una recopilación de artículos periodísticos que sin un nexo común más allá de la gastronomía en general, sí que es posible apreciar la evolución que el chef sufrió a partir de la publicación de su primer libro, al ser lanzado al estrellato mediático y participar en programas de televisión.

En crudo a mi parecer es un heredero natural de Confesiones de un chef porque repasa mediante anécdotas, como siempre en el tono directo y políticamente incorrecto de Bourdain, el paranorama gastronómico internacional. En este último volumen no deja una sola tecla por tocar, cosa que como lectora interesada en la gastronomía, me encanta. Desde la moda slowfood, el veganismo, las grandes cadenas alimentarias, la burbuja de los restaurantes de lujo hasta su propia figura, todo es cuestionado sin pelos en la lengua.

Como en todas sus obras Bourdain podría pasar por escritor de tratados de antropología gastronómica dado su gran talento para diseccionar el mundillo de la cocina, los restaurantes y la gastronomía. La lectura de cualquiera de sus libros es amena, irreverente y 100% estimulante. Tanto si os interesa la temática que aborda Bourdain como si no, os recomiendo la lectura de cualquiera de ellos, pues es seguro que pasaréis un buen rato.

Parece ser que En crudo será la última de sus confesiones culinarias y se pasará a la ficción. Para empezar su realismo sucio se traslada al manga con la publicación de Get Jiro una novela gráfica salvaje donde los comensales se matan, literalmente por conseguir una mesa en alguno de los restaurantes de moda, chefs rivales enfretados a muerte y otros que directamente se las tienen con sus clientes.
Se me hace la boca agua...

lunes, 16 de marzo de 2009

Sound bites, de Alex Kapranos

Me gustan los libros de experiencias. Sé que son repetitivos. Una persona que te explica sus vivencias sobre un tema concreto. Si son gastronómicos aún más: qué es lo más raro que ha comido, dónde, cuáles son sus gustos, etc. Aún así me gustan y me los leo, y con ganas.

El último que ha pasado por mis manos es Sound Bites: comerse el mundo de gira con Franz Ferdinand, una recopilación de las columnas que escribía el líder del grupo, Alex Kapranos, para el diario The Guardian.

Lo primero que me ha sorprendido es la fina prosa de Kapranos (serán los estereotipos rockeros...) y lo segundo es que el cantante primero fue cocinero. De ahí que su sentido gastronómico no sea vencido por miedos y/o prejuicios culturales hacia la comida. Esa postura la hace interesante cuando la compara con el resto de miembros del grupo que se niegan a probar según qué cosas y si lo hacen las acabarán escupiendo (como el pulpo en Donostia).

El autor abre el libro con una columna donde relata su primer experimento de exploración gastronómica en la infancia, pasa por relatar una de sus primeras experiencias en el mundo de la cocina profesional (con muchos cuchillos a lo Bourdain) y de ahí empieza la gira por el mundo donde se nos recomiendan manjares, mercados, restaurantes y se comentan costumbres gastronómicas.

A mi parecer muy divertido. Juzgad vosotros mismos:

"No voy a comer carne en un mes. No después del último plato: criadillas. La perla montañesa: testículos de toro. Antes de que lleguen, trato de imaginarme qué aspecto tendrán. Me imagino que serán por lo menos del tamaño de un limón. Me sorprende ver que no son mucho más grandes que los míos. Preguntamos al camarero si a él le gustan. Suelta una risita. -No-. Pincho uno con el tenedor. Un líquido transparente sale de los agujeritos, dejando un pestazo a lefa. Corto un trozo. Me lo meto en la boca. Lo mastico. Sabe igual que una bolsa de peniques verdes. No está bueno. Una ex novia mía se quejó en una ocasión del sabor que le quedaba después del sexo oral: decía que era como haber estado masticando una bolsa de peniques verdes, oxidados. Al sentir en la lengua ese peculiar regusto metálico se me aparece su cara, torcida por una mueca de asco, diciendo: -¿A qué tenía razón?-. Bien está que todo lo que camina vaya a parar al asador, pero eso no significa que te tengas que comer sus pelotas".

Por último me parecen indispensables los restaurantes y demás establecimientos que recomienda por todo el mundo como por ejemplo el mejor café, la mejor hamburguesa, el mejor curri, los mejores donuts...

KAPRANOS, Alex. Sound bites: comerse el mundo de gira con Franz Ferdinand. Madrid: 451 Editores, 2007. 190 páginas. ISBN 978-84-96822-24-5.

Bibliotecas de la provincia de Barcelona donde coger este libro en préstamo

domingo, 13 de julio de 2008

Sofrito cotidiano

El ritmo diario, las prisas, las consecuciones rutinarias y la cotidianidad hacen que a veces no valoremos la mayoría de nuestros actos. Porque son cotidianos quizá no los valoramos como deberíamos. Hemos repetido esos actos tantas veces que ya no desprenden la magia del primer día. Todos los días sale y se pone el sol, pero el amanecer o atardecer que podemos pararnos y contemplarlo nos quedamos maravillados.

Una sensación parecida experimenté el otro día mientras me cocinaba un arroz para comer. Estaba haciendo el sofrito, com cualquier otro sofrito, el mismo que he cocinado cientos de veces, pero no sé por qué cuando lo probé me quedé maravillada. Me sabía mal hasta añadir el arroz. Se podía comer tal cual. Bajaré un poco más el fuego y dejaré que se cocine un poco más, pensé. Y vuelta a probar, y otra degustación, y la última, pero una más. Me lo habría comido entero, pero el arroz estaba esperando y no era cuestión de hacerle un feo. Un sofrito com cualquier otro, un sofrito cotidiano me emocionó como la mejor puesta de sol.

sábado, 14 de junio de 2008

La camarera

Ayer pude ver la película La camarera, obra póstuma de la polifácetica Adriene Shelly. Ya hace tiempo, cuando me enteré de su rodaje, supe que tarde o temprano la acabaría viendo porque la característica principal de su personaje protagonista es su gran habilidad para hacer tartas, los famosos pies americanos. Los que me conocéis sabéis de mi pasión por la cocina, así que yo era una espectadora segura.

Esta es una película que se ha visto "beneficiada" por la trágica historia de su guionista y directora Adrienne Shelly que fue asesinada antes de poder ver su obra estren
ada en los cines. Beneficiada porque, como bien les gusta a los mass media americanos, ¿qué hay más dulzón que un crimen cruel y sin sentido para llenar minutos de televisión y páginas de periódicos? Poco. Y si de las personas que acaban de morir siempre hablamos bien. De las creaciones de las personas que acaban de morir, que son casi sus propios hijos, ¿cómo íbamos a hablar? Pues ahí reside el beneficio. La camarera se ha visto agasajada y adulada por la crítica y el público norteamericano y aunque es una película correcta, no responde al talento y cualidades artísticas de su directora.

Jenna trabaja en Joe's Pie Shop un típico dinner americano donde su carta está compuesta casi únicamente por "pies", salados y dulces. Hasta veintisiete variedades, se nos cuenta en la película. Jenna se inventa una variedad todos los días y la mayoría de sus creaciones se inspiran en hechos que ocurren en su vida. Así uno de sus pies más novedosos es Bad Baby Pie y se basa en la desesperación que siente al enterarse que está embarazada de su odioso marido, Earl. En realidad el nombre del pie era I don't want Earl's Baby Pie, pero lo cambiaron para poder escribirlo en el menú.

Esta acidez e ironía es lo que salva a La camarera. De no ser por estos mordiscos cítricos y con un poco de cayena, temas tan manidos como la infelicidad conyugal y la soledad hundirían la película en el soponcio más profundo. Así el guión parece discurrir por dos caminos bien distintos, uno donde somos testigos de la depresión por la que atraviesa la protagonista y otro que se trenza con el primero que aporta el toque de color y diversión a una película (que podría muy bien situarse en la corriente del girl power de finales de los ochenta) que no os hará ningún daño ver una tarde lluviosa de fin de semana, ya que entretiene y puede resultar divertida, pero que tampoco marcará un antes y un después en la producción de Adrienne Shelly.

Eso sí todos los que estéis a régimen, como yo, si no tenéis una gran fuerza de voluntad, apuntárosla para cuando hayáis finalizado vuestro celibato gastronómico o entonces sí que os supondrá una auténtica tortura. Y por último os pongo la canción de la película, que sí es excepcional: una maravillosa "gastro-nana" que con sólo escuchar a Keri Russel cantarla mientras cocina me han entrado ganas de tener un bebé para cantársela también. A ver si os gusta... Y ya probaréis alguna receta de pie de la película que cocinaré bien pronto...

miércoles, 11 de junio de 2008

Grocery Star Wars

Me encantan estos vídeos que versionan películas o programas famosos. Me admira el arte que tienen para convertir, en este caso, vegetales y comida envasada en personajes de una película. Lo real que parece me asusta..., no sé si coincidiréis conmigo, pero no ¿es genial lo bien adaptados que están los personajes y sus nombres?: Ham Solo, Obi-Wan Canoli, Tofu D2...



Además este vídeo difunde perfectamente el mensaje a los consumidores perfectamente y con una sonrisa. No se le puede pedir más a una campaña de publicidad... Si tenéis 6 minutos, os recomiendo que os relajéis y si estáis agobiados en el trabajo, arañad esos minutos extra y os reiréis a gusto. Si queréis podéis verlo con subtítulos en francés, aquí.

Vía: Bravecoast