ES UNA METAFORAAAAA
Me encanta el cine y quizá sea por eso que necesito unas condiciones específicas para poder disfrutarlo. Bueno, al principio eran unas condiciones específicas, ahora son unas pedazo de manías de “mírame y no me toques”: que no haya mucha gente en la sala (diez personas empiezan a ser muchas), que nadie haga el más mínimo ruido (tragar saliva ya es molesto), es imperativo no hablar ni tan siquiera en los anuncios, que la película sea en versión original para no reconocer a todos los actores de doblaje...
Así que con el listón tan alto os podréis imaginar que voy poco al cine, exclusivamente en sesión matinal o entre semana por la tarde y cuando la película ya hace un tiempo que se ha estrenado.
Los festivales son el único evento en que rebajo un poco mis manías y claudico ante la situación. Bueno, y en la Filmoteca también y en los estrenos de Harry Potter, que voy a lo kamikaze la noche del estreno y en versión doblada (Vade Retro, Satanás). Como soy tan poco agradecida para ir en compañía al cine, sólo me acompaña elAbogado y de tanto en tanto algún amigo cinéfilo chalado como yo que sea habitual de la cinematografía vietnamito-camboyana o similares.
Entre mis géneros favoritos está el de terror: el Festival de Sitges es un habitual en mi calendario, pero también lo es el Festival de las Cotxeres de Sants, otro nivel entre los festivales cinéfilos. Y digo otro nivel porque si no habéis ido nunca no sabéis lo que es un festival de terror de los auténticos.
La primera vez que fui, hará ya unos cinco o seis años, acompañé a un amigo al que habían dejado colgado y que me dio mucha lástima (para qué nos vamos a engañar) y con la excusa del binomio festival + terror, me ganó. Cuál fue mi sorpresa, al leer el programa de la sala vídeo, que lo que íbamos a visionar era cine del malo, pero del muy malo. Toda una maratón de películas de terror de serie z, horrorosas.
No me podía creer que aquello se fuera a llenar, pero se llenó. Después llego la segunda sorpresa cuando justo antes de empezar la película, la gente comenzó a proferir insultos y demás galanterías a grito pelado al pobre chaval que ponía las cintas. Pero la cosa no se quedó ahí, fue imposible escuchar ni un sólo diálogo del largometraje porque el público no paraba de gritar a la película en general. Ahí fue cuando me dí cuenta de que el Festival de Terror de Les Cotxeres de Sants no va de ir a ver pelis sino de ir a gritar el mejor improperio a las pelis que te ponen.
La primera media hora flipé, pero en el minuto 31 ya estaba chillando con toda la manada. No sé si serán las películas o el ambiente pero no te puedes resistir. Y ya me podéis imaginar chillando frases de lo peor al que había hecho la peli, al que la había pensado y al que había puesto la pasta, a los horrorosos actores, a los personajes y a todo el que pasara por ahí.
Entre los gritos más clásicos están: “¡No lo entiendoooo!” a lo que un segundo te responde “Es una metáforaaaaa!”; o en cuanto sale una mujer todo el mundo grita “!Fóllatelaaaaa!” (sin ningún sentido, es automático); cuando un niño presencia algo horrible la consigna a vociferar es “!Traaaumaaaa, traaaaaumaaaaa!”; y así hasta el fin.
Cada película genera sus propios gritos, por ejemplo uno de los mejores lo escuché en la peli sorpresa de este año Commando (no hase falta que tú dises nada más) que se profirió a Schwarzzeneger advirtiéndole sobre el villano de la historia, con un asombroso parecido a Freddy Mercury: “!Cuidado, que tiene el SIDA!”
En las convocatorias siguientes no encontré a nadie que quisiera acompañarme (es lo malo de ser la más friki de un grupo de amigos), pero este año me acompañó el Gran Bravecoast que también flipó y luego se desmadró, como pasa con todos los novatillos. Y tan bien lo pasamos, que sembramos la semilla de la envidia entre algunos biblio-compañeros (uno de los gremios más frikis, sino el que más). Os recomiendo que leáis su crónica sobre el maratón (aunque os haya parecido un acto deleznable al que no asistiríais nunca) porque es genial y que os paséis por el blog del festival.
Y para muestra de la genialidad que impregna todo lo que rodea a este festival, un vídeo-promo absolutamente maravilloso y que explica toda la esencia de las Cotxeras.
Así que con el listón tan alto os podréis imaginar que voy poco al cine, exclusivamente en sesión matinal o entre semana por la tarde y cuando la película ya hace un tiempo que se ha estrenado.
Los festivales son el único evento en que rebajo un poco mis manías y claudico ante la situación. Bueno, y en la Filmoteca también y en los estrenos de Harry Potter, que voy a lo kamikaze la noche del estreno y en versión doblada (Vade Retro, Satanás). Como soy tan poco agradecida para ir en compañía al cine, sólo me acompaña elAbogado y de tanto en tanto algún amigo cinéfilo chalado como yo que sea habitual de la cinematografía vietnamito-camboyana o similares.
Entre mis géneros favoritos está el de terror: el Festival de Sitges es un habitual en mi calendario, pero también lo es el Festival de las Cotxeres de Sants, otro nivel entre los festivales cinéfilos. Y digo otro nivel porque si no habéis ido nunca no sabéis lo que es un festival de terror de los auténticos.
La primera vez que fui, hará ya unos cinco o seis años, acompañé a un amigo al que habían dejado colgado y que me dio mucha lástima (para qué nos vamos a engañar) y con la excusa del binomio festival + terror, me ganó. Cuál fue mi sorpresa, al leer el programa de la sala vídeo, que lo que íbamos a visionar era cine del malo, pero del muy malo. Toda una maratón de películas de terror de serie z, horrorosas.
No me podía creer que aquello se fuera a llenar, pero se llenó. Después llego la segunda sorpresa cuando justo antes de empezar la película, la gente comenzó a proferir insultos y demás galanterías a grito pelado al pobre chaval que ponía las cintas. Pero la cosa no se quedó ahí, fue imposible escuchar ni un sólo diálogo del largometraje porque el público no paraba de gritar a la película en general. Ahí fue cuando me dí cuenta de que el Festival de Terror de Les Cotxeres de Sants no va de ir a ver pelis sino de ir a gritar el mejor improperio a las pelis que te ponen.
La primera media hora flipé, pero en el minuto 31 ya estaba chillando con toda la manada. No sé si serán las películas o el ambiente pero no te puedes resistir. Y ya me podéis imaginar chillando frases de lo peor al que había hecho la peli, al que la había pensado y al que había puesto la pasta, a los horrorosos actores, a los personajes y a todo el que pasara por ahí.
Entre los gritos más clásicos están: “¡No lo entiendoooo!” a lo que un segundo te responde “Es una metáforaaaaa!”; o en cuanto sale una mujer todo el mundo grita “!Fóllatelaaaaa!” (sin ningún sentido, es automático); cuando un niño presencia algo horrible la consigna a vociferar es “!Traaaumaaaa, traaaaaumaaaaa!”; y así hasta el fin.
Cada película genera sus propios gritos, por ejemplo uno de los mejores lo escuché en la peli sorpresa de este año Commando (no hase falta que tú dises nada más) que se profirió a Schwarzzeneger advirtiéndole sobre el villano de la historia, con un asombroso parecido a Freddy Mercury: “!Cuidado, que tiene el SIDA!”
En las convocatorias siguientes no encontré a nadie que quisiera acompañarme (es lo malo de ser la más friki de un grupo de amigos), pero este año me acompañó el Gran Bravecoast que también flipó y luego se desmadró, como pasa con todos los novatillos. Y tan bien lo pasamos, que sembramos la semilla de la envidia entre algunos biblio-compañeros (uno de los gremios más frikis, sino el que más). Os recomiendo que leáis su crónica sobre el maratón (aunque os haya parecido un acto deleznable al que no asistiríais nunca) porque es genial y que os paséis por el blog del festival.
Y para muestra de la genialidad que impregna todo lo que rodea a este festival, un vídeo-promo absolutamente maravilloso y que explica toda la esencia de las Cotxeras.