Richard Yates, de Tao Lin
Una de las grandes ventajas de no leer las críticas literarias antes de empezar un libro es que éste no te crea expectativas. Algunos de vosotros lo hacéis, yo soy incapaz. Con asiduidad leo los suplementos literarios, blogs y no dejo escapar los pocos programas de televisión donde los libros sacan la cabeza. Normalmente no me llevo decepciones, alguna muy de tanto en tanto, pero el libro del que voy a hablaros a continuación me supuso un gran chasco. Pero ha sido diferente a otras veces.
¿Conocéis esa sensación de ser el único diferente entre muchos? ¿De desconocer aquello de lo que están hablando? ¿De ser rojo entre multitud de verdes? O algo menos romántico, encender la radio (una que no sea radio-fórmula con los mejores éxitos de los 70, 80 y 90) y no conocer a ningún grupo en 30 minutos, ¿la conocéis?
Pues esa sensación es la que he sentido leyendo Richard Yates de Tao Lin; porque había leído grandes alabanzas, todo aplausos (casi veía los fuegos artificiales de fondo) a este narrador, joven promesa de la literatura, y me moría de ganas por unirme a la fiesta.
Lo primero que noté al leer las primeras páginas, fue incredulidad. Sintagmas verbales uno detrás de otro, sin diferencias, todo repeticiones. "Haley Joel Osment dice... Dakota Fanning dice..." Sin parar. Situaciones vagas, estúpidas, disfuncionalidades a tutiplén sin ningún tipo de profundidad, una vez y otra, y otra, y otra. Claro, los protagonistas (que toman los nombres de dos famosos jóvenes actores americanos) hablan mediante sms y chats de Gmail. ¡¿Y qué!? ¿No es posible una complejidad lingüística superior sólo porque eres adolescente en tiempos de la revolución en la comunicación? Y sí, los protagonistas están deprimidos, pero de una manera extremadamente tópica. Son humanoides-cliché que surfean las redes sociales. Si no dicen que se van a suicidar 20 veces en un mismo capítulo, no lo dicen ninguna. ¡No es tan difícil! ¡Tírate a la vía del tren!
Hacia la mitad del libro empezó a rondarme la tentación de dejarlo, pero no fui capaz. Quería saber si había algo más. No podía ser que no hubiera nada más. Pero la escritura seguía siendo vaga, extraña, sin ningún tipo de profundidad ni expresión. ¿Cómo podía ser que un libro donde la descripción es casi inexistente y dominan los diálogos, fuera tan brutalmente aburrido?
Y en ése momento, tuve la revelación: Tao Lin no es un farsante, ¡es un genio! Nos está tomando el pelo. Mejor dicho, les ha tomado el pelo a todos los que creen que es un dios de la literatura y que le habrán pagado un pastizal por bautizarlo como el narrador de la generación Facebook. A base de repetir conceptos, frases e ideas, vacíos todos ellos. Es un genio y sólo él conoce los secretos y misterios de la literatura híper-post-tecno-ecopija-modernista.
Tiene que ser esto último porque si no es así, definitivamente me he hecho mayor y no entiendo nada. Que también podría ser...
LIN, Tao. Richard Yates. Barcelona: Alpha Decay, 2011. ISBN 9788492837205.