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lunes, 10 de febrero de 2014

En la biblioteca... hay muchas cosas

Mostrador de préstamo. Se acerca un hombre y me pregunta:

-¿Tenéis máquina de internet?
- Emmm, sí, en la planta -1.
-El diario de hoy, eso ya no lo tendréis, ¿no?
- Sí, también los encontrará en la planta -1.
- Joder, pues sí que hay cosas en la planta -1...


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viernes, 10 de enero de 2014

En la biblioteca... hay muchos números

Mostrador de préstamo. Suena el teléfono. Es un hombre. Quiere que le renueve el préstamo de un libro. 
Le digo:

- ¿Tiene usted su carné a mano?
- Sí.
- ¿Me dice el número, por favor?
- ...silencio...
- ¿Oiga?
- Es que en el carné no hay ningún número.
- Fíjese, ya verá como sí, debajo del código de barras.
- [Indignado] Oiga, ¡esto no es un número, son muchos números!

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sábado, 28 de septiembre de 2013

¿Quién conoce a Copernís?



Un niño se acerca al mostrador de la sala infantil y me pregunta:

- ¿Tienes libros en catalán sobre Copernís?
- ¿Copernís? Querrás decir Copèrnic...
- Nooo, quiero libros sobre Copernís, es un científico.
- Pues seguro que no es Copernís, será Copèrnic. Copérnico en castellano.

El niño me mira con cara de "esta mujer está flipada". Se rinde:

- Vale, pues dame el libro sobre el Copèrnic ése, pero si después no es el mismo que me ha dicho la profe, le diré que ha sido tu culpa por no saber quién era Copernís.
- Me parece justo.

:-)

miércoles, 14 de septiembre de 2011

La biblioteca huele

En la biblioteca disponemos de un servicio que arrassa entre los usuarios y otras personas del barrio que no han entrado nunca en nuestros dominios: el bar.
Está ubicado en una de las entradas al edificio. Uno de los inconvenientes más destacados (para nuestras estadísticas) es que a veces hay más gente en el bar que en la biblioteca, aunque es una paradoja porque en realidad están dentro del edificio de la biblioteca...

Otras de las desventajas: el ruido y el olor. ¿Por qué? Porque no hay mampara alguna que separe los dos servicios. Por eso, cuando ruge la marabunta en el bar, desde la barra tienen que hacer callar a los clientes o pedirles que bajen la voz (cualquiera diría que es un gag humorístico) y cuando llega la hora de hacer las comidas y los menús, en toda la biblioteca se huele lo que se va a comer ese día o al siguiente.
A veces es agradable. Sabes que es jueves porque a las 12 empiezas a notar el olorcito a paella. Otras no tanto, como cuando lo que detectas es coliflor a las 5 de la tarde.

Todo esto os lo cuento para ilustraros una biblio anécdota que me acontenció ayer por la tarde en el mostrador de la planta de adultos (no podía ser en otro):

Usuario: "La biblioteca huele. Huele mucho a pescao"
Yo misma: "Sí, en el bar deben estar cocinando"
Usuario: "¿Y tú no puedes hacer nada?"
Yo misma: "0_0 No, si quiere puede usted formalizar una queja pidiendo que nos instalen una mampara separando el bar de la biblioteca"
Usuario: "Niña, ¿por qué no subes tú y les dices a los del bar que estas no son horas de cocinar pescao?"

Nunca dejo de sorprenderme por las consultas y peticiones extrañas que recibo durante las pocas (y desgraciadas) ocasiones en las que tengo que atender en la planta de adultos. Los niños no preguntan cosas tan básicas y seguramente entenderían por qué no puedo ir al responsable de otro servicio y decirle cómo debe gestionarlo. Con ellos podemos intentar adivinar a qué huele hoy. A mí el otro día me olía a rollito de primavera, a ellos les olía a pimiento. ¡Misterios de la biblio vida!

viernes, 9 de septiembre de 2011

Signatura 400, de Sophie Divry

Soy una presa fácil para los libros sobre libros. Uno que publican, uno que me compro. Matizo, me compraba. Ahora me lo pienso más porque como los metros cuadrados de los pisos donde habito van menguando, la colección de libros hace lo mismo.
Por suerte Signatura 400 me lo regalaron (¡Gracias Esther!) porque con lo preciosa que es la edición y sabiendo que más que un libro sobre libros es un libro sobre bibliotecari@s, habría caído seguro.

En Signatura 400 nos encontramos con una bibliotecaria anónima (nunca sabremos su nombre) que al llegar al trabajo, unas horas antes de abrir la biblioteca, se encuentra en su planta (entiéndase como nivel, piso, en un edificio, no como ejemplar de la flora entiestado sobre su mesa) a un usuario que se quedó encerrado la noche anterior (sí, en mi biblioteca también nos ha pasado, pero nos dimos cuenta cuando bajábamos la persiana).

A modo de regañina, la bibliotecaria en cuestión le suelta un monólogo de órdago al usuario, que se extenderá durante el centenar de páginas que ocupa el libro, sin dejar posibilidad a la aparición de algún punto y a parte o a la intervención del regañado. Ella solita empezará y acabará justo cuando toque abrir la biblioteca.

Siendo un libro de "lo mío", aportando una voz original, siendo una sucesión de citas acertadísimas sobre bibliotecas, usuarios y cultura en la actualidad, Signatura 400 es una obra buena, que me ha asfixiado un pelín (no sé si será por la falta de pausas en el monólogo) y de la que esperaba un poquito más. Porque aunque los libros y las bibliotecas estén siempre en el relato, está mucho más presente la soledad, la impotencia y la frustración de la protagonista ante las situaciones de su realidad y de la vida, como que la signatura 400 de Dewey esté vacía. ¡Eso es para volver loco a cualquiera! Menos mal que en las bibliotecas catalanas utilizamos la adaptación de Jordi Rubió i Balaguer de la Clasificación Decimal Universal (¿alguien más ahí fuera?)

Y ahora, bombardeo de citas, aunque ya aviso que el libro es una cita en sí mismo...

"Ser bibliotecario no es nada gratificante, se lo digo yo: se acerca a la condición de obrero. Yo soy una taylorizada de la cultura."

"Saber orientarse en un biblioteca es dominar la cultura en su conjunto y, por tanto, el mundo. Y no estoy exagerando."

"A esto nos lleva la democracia cultural. Ya no es una biblioteca donde reina el sordo silencio de las estanterías inteligentes, es un área de recreo donde uno viene a distraerse."

"La cultura no es un placer. La cultura es un esfuerzo permanente del ser para escapar de su vil condición de primate subcivilizado."



DIVRY, Sophie. Signatura 400. Barcelona: Blackie Books, 2011. ISBN 9788493874544.
¿En qué biblioteca puedo encontrar este libro?

miércoles, 18 de mayo de 2011

Tesoro escondido

En la biblioteca a menudo me encuentro objetos que se han quedado olvidados. Algunos son pequeños tesoros y otros son un enigma para los bibliotecarios por la singularidad que radica en el hecho de perder un determinado objeto. Por ejemplo, perder un cochechito de bebé se me hace raro. ¿No notó su legítimo dueño que salía con el bebé en brazos en lugar de transportarlo cómodamente en el carrito? Igualmente a perder una muleta o un zapato. Son de aquellas cosas que se hacen notar.

En estos casos, procedemos como cualquier otra administración pública: seguimos el protocolo de objetos perdidos. Primero los alojamos en un armario y quedan anotados en nuestro excel y pasado un tiempo los depositamos en la oficina del ayuntamiento encargada de estos menesteres (¡cómo me gustaría pasar dos días en dicha oficina!). Pero hay algunas cosas que por su singularidad podemos identificar al propietario y intentar ponernos en contacto con él para que recupere su bien. Y no hace tanto recuperé un objeto muy singular...

Me encontraba ordenando la sección de pequeños lectores (0-3 años) del área infantil, cuando detecté un librito pequeño sin tejuelo ni código de barras. Todas las biblio alarmas se encendieron y cuando ya pensaba que tenía una nueva adquisición para la biblioteca me di cuenta que no era un libro sino un cuaderno. Lo abrí y ojeé su contenido. Y en el contenido residía la singularidad que me permitió identificar a su propietaria, una ilustradora que hacía unas pocas semanas había pasado por la biblioteca.


Es bonito, ¿verdad? Si os fijáis en las ilustraciones, ¿sabríais identificar a la ilustradora?

Si no podéis, más abajo os revelo su identidad...

Aún no sé cómo resistí a la tentación de quedarme el cuaderno con esbozos para futuras ilustraciones, retratos de escenas cotidianas y demás joyitas, pero sólo con pensar que pierdo alguno de mis cuadernos con anécdotas y tonterías, me dí cuenta que no podía quedármelo. Así que contacté con la ilustradora y su cuaderno ya está viajando por el espacio postal. Espero que le llegue pronto y que mi biblio karma me recompense con el descubrimiento de otro tesoro que esta vez pueda atesorar...

miércoles, 5 de enero de 2011

Esto de los Reyes, ¿cómo funciona?

Hoy es un día mágico, es la Noche de Reyes y todos los que crean que se han portado bien y quieran recibir regalos deberán irse a la cama pronto. No sin antes haber dejado la zapatilla, algo de agua para los camellos y turrón y polvorones para los Reyes.
Aunque Papá Noel lleva unos años sacando la cabeza con más fuerza en nuestra tradición navideña, tengo la sensación que la noche de los Reyes es más mágica, que conserva más la ilusión aunque es una percepción mía sin ningún tipo de fundamento empírico.

Esta mañana en la biblioteca he mantenido un intenso debate con algunos de los niños que estaban "aparcados" en la sala infantil: ¿cree usted en los Reyes Magos? Ante el clásico, "los Reyes Magos son los padres", otro niño se indignaba profundamente y de forma vehemente alegaba "cómo van a ir tus padres por las casas de todo el mundo repartiendo regalos".
Cuando se producen debates de esta magnitud en la sala infantil, los niños normalmente me piden que me posicione -no sé si como voto de calidad o por desampatar de alguna manera-, cosa que nunca hago para darle más vidilla al debate. Ante la pregunta en cuestión, he respondido que cada uno crea en lo que quiera, pero les he recomendado que hagan lo mismo que yo y que por si acaso se porten bien y dejen algo de comer y de beber, no sea que existan y pasen de largo de su casa.

Otra de las biblio-anécdotas de la sala infantil relacionada con los Reyes, se ha producido por la avalancha de cartas dirigidas a sus majestades que estamos recibiendo. Desde hace años, en Navidad, el Ayuntamiento nos coloca en la sala infantil un Buzón Real donde los niños depositan sus cartas. La mayoría saben cómo funciona el tema, pero muchos de los niños que vienen a la biblioteca no han oído hablar de los Reyes en su vida como unos pequeños magrebíes del barrio.
El lunes, unos de ellos subió hasta la sala corriendo (casi le salía el hígado por la boca, al pobre) con la misión de escribir la carta y echarla al buzón, pero antes vino hasta mi mesa y me preguntó: "Esto de los Reyes, ¿cómo funciona? Te lo pregunto porque el año pasado escribí la carta con todos los regalos que quería, la eché al buzón, pero luego no recibí nada. Y no sé si es que escribí mal la dirección o qué pasó."

Me quedé un poco desconcertada porque la mayoría de niños han oído campanas repicar y no supe bien qué hacer. Al final se lo expliqué un poco por encima, pero le dije que se lo preguntara a sus padres que seguramente sabrían mejor cómo funcionaba el tema. Mejor no meterme en según qué lodos, pero me hizo ilusión que todavía existieran niños tan tan inocentes.

En todo caso, ¡Feliz Noche de Reyes! y si podéis ver la Cabalgata de Santillana del Mar, no os la perdáis porque es mágica. Yo la pude contemplar en directo hace años y todavía me acuerdo...
Y vosotros, ¿habéis sido buenos o recibiréis carbón?

lunes, 20 de septiembre de 2010

Da rabia

Da rabia cuando te desplazas a un sitio expresamente y te lo encuentras cerrado, pero es que antes hay que cerciorarse que estará abierto.
Recuerdo que hasta la Mercè las bibliotecas de Barcelona abren en horario de verano...

sábado, 13 de febrero de 2010

Biblioteca, ¿dígame?

La mayoría de llamadas que atiendo en la biblioteca son de lo más anodinas. Preguntas sobre la hora a la que abrimos o cerramos, si tenemos tal libro o tal otro, renovaciones de préstamos..., pero últimamente pasa algo extraño cada vez que descuelgo el auricular y digo: biblioteca, ¿dígame?

Me lo estoy pasando tan bien con las llamadas peculiares que me las apunto para no olvidarme de ninguna:


Llamada número 1:
- Biblioteca, ¿dígame?
- Hola, ¿hoy es lunes?
- Sí, es lunes.
- Vale, muchas gracias. Adiós.
- Adiós.

Llamada número 2:
- Biblioteca, ¿dígame?
- Mire, eee, que yo, eee, cogí un libro el otro día...
... silencio...
- Sí, dígame.
- Yyyy, pues eso, que cogí un libro el otro día, yyyy, ya me lo he leído.
... silencio...
- Sí, dígame.
- Pues queee, eee, ¿ahora qué hago?
- Bueno, pues si ya lo ha leído, podría devolverlo a la biblioteca.
- Ah, valeee, ¿puedo venir ahora mismo?
- Sí, por supuesto.
- Valeee, adiós.
- Adiós.

Llamada número 3:
- Biblioteca, ¿dígame?
- ¡ME CAGO EN TODOS LOS POLICÍAS LOCOS HIJOS DE PUTA!
y colgó...


Las llamadas de los dos primeros usuarios me desconcertaron en su momento, pero nada más. Son los típicos colgaos, o no y eso es lo más grave, pero el tercero es un auténtico loco que llama a la biblioteca y en cuanto dices tu retahíla de presentación se pone a gritar como un enegúrmeno. Soy muy fan de este hombre porque nunca sabes por donde te va a salir. La primera vez que atendí una llamada suya me quedé tan perpleja que fui incapaz de recordar lo que me había dicho y como cuelga tan rápido como acaba de pronunciar la última palabra..., pero desde entonces estoy muy atenta. Y esta atención se ha visto recompensada con una llamda anunciando una gran gesta excretora de gran tamaño, o al menos eso dijo. Y se ve que a mi biblioteca no es a la única que llama. ¡Y todavía hay quien dice que las bibliotecas no son de utilidad!

miércoles, 13 de enero de 2010

I love my librarian


En Estados Unidos hace dos años que vienen celebrando el premio I love my librarian, un reconocimiento al trabajo y dedicación de los bibliotecarios. Para mí lo mejor es que se decide por votación popular y que los que nominan son los propios usuarios.

Aquí todavía no estamos al nivel norteamericano en cuanto a normalizar el uso y la existencia de las bibliotecas como algo esencial para una sociedad con libre acceso a la información y el conocimiento, pero vamos por buen camino. Aunque la verdad es que no me imagino que se organizase un premio parecido y mucho menos que cantidades ingentes de usuarios se dedicasen a votar como posesos. Pero voy a ser justa y diré que no me puedo quejar porque tengo unos cuantos usuarios que son un tesoro y que hacen que me olvide de los maleducados, desagradecidos y demás que no saben ni decir "buenos días".

Si tuviera que hacer una lista (tranquilos, que no lo haré) empezaría por todos aquellos niños que me hacen dibujos con todo su cariño y me dicen que les encantó el libro que les aconsejé que se llevaran, seguiría con los chicos y chicas del club de lectura infantil y juvenil de mi biblio con los que comparto cantidad de lecturas, con los usuarios que me encuentro en el autobús y sobretodo acabaría con el mejor usuario que haya tenido nunca, Miquel. Un usuario como hay pocos, por no decir ninguno: amable, considerado, interesante, cultivado y que encima nos dedica semenjantes homenajes en su blog (del que recomiendo su lectura a todos aquellos interesados en la ciudad de Barcelona). ¡GRACIAS MIQUEL!

Por cierto, de todos los bibliotecarios ganadores del I love my librarian 2009 me quedo con Laura Grunwerg, responsable de la sala infantil y juvenil (vaya, que es de las mías, las locas de la sala infantil) de la River Edge Public Library, de New Jersey.

domingo, 11 de octubre de 2009

y si viniera Penélope Cruz a la biblioteca...

Cuando pienso que nunca nadie va a superar la última pregunta y/o anécdota que me hacen o me encuentro en la biblioteca, siempre hay algún usuario dispuesto a sorprenderme. Así que querría compartir con todos vosotros lo que me dijo una mujer el lunes pasado en la sala infantil. Os pongo en situación:

Estaba a punto de empezar una sesión charla para padres, profesores, interesados... sobre obras de la literatura infantil que tratasen el tema del miedo, los maestros que debían venir no lo hicieron y daba mucha penita ver a la chica que tenía que dar la charla prácticamente sola, pobrecilla. Así que me dispuse a buscar padres para ver si los animaba a enterarse de las recomendaciones en literatura que les ofrecíamos. Después de un par de convencidos y un par de negativas, salen del ascensor dos mamás con sendos carricoches de bebé y voy a por ellas.
Sobre la charla me dicen que no les interesan los libros, a lo que yo respondo con un gesto circunspecto (escondía la profunda reflexión que se desarrollaba en mi interior: "¿y a qué habéis venido?") Ante el fracaso total de la operación abducción de la pareja de mamás con carricoche me dispongo a la búsqueda y captura de otros papás, pero las susodichas me lo impiden.

Tienen una pregunta que hacerme y yo, solícita como soy, me preparo con la mejor de mis sonrisas:

- Mira chica, es que queremos celebrar el cumpleaños de los niños y queríamos saber si aquí en la biblioteca ofrecéis este servicio.
- Ummmm, ¿a qué tipo de servicio se refiere?
- Pues eso niña, a tener la sala infantil, los globos, la merienda, esas cosas.
- Pues no, la biblioteca no ofrece esos servicios, pero una vez vi como en el bar de la planta baja organizaban un cumpleaños. Así que si quieren pueden bajar y preguntarlo allí.
- Ah, no, es que ahí en el bar queda muy abierto, muy público.
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- Lo que queremos es celebrarlo en la sala infantil, pero sin niños. Queremos alquilarla para nosotras.
- Ya, pero es que la biblioteca es pública, el servicio que ofrecemos es público, para todo el mundo, y no podemos cerrar la sala para ustedes, ni pagando, porque no se puede, que es público. (Inciso: os habéis encontrado en la situación de querer explicar algo que es tan obvio que parece que no hay palabras para desarrollar la cuestión y os repetís os repetís y os repetís. Pues así de perpleja me sentí yo).
- Me estás diciendo que si viniera Penélope Cruz a la biblioteca...
- 0_0
- ... y te dijera que quiere alquilar la sala infantil para hacer el cumpleaños de su hijo, ¿le diríais también que no?
- Pues claro, la biblioteca es pública y no podemos cerrar una sala para organizar actos privados. Disponemos de salas para organizar actos de asociaciones culturales, entidades y demás, pero no actos privados.
- (la señora pone cara de perro) Pues vaya servicio que ofrecéis...

Como os decía al principio, esta anécdota creo que figurará durante mucho tiempo en mi lista particular de situaciones biblio-extraño-bizarras-sin sentido, aunque nunca se sabe leyendo lo que leo en diferentes blogs biblio anecdotarios (uno, dos, tres, cuaaatrooo)...

domingo, 27 de septiembre de 2009

Se busca al usuario...

Se busca al usuario... que por tercera vez nos ha robado de la biblioteca la película Mary Poppins.


A saber, Mary Poppins es una peli bien bonita, que gusta mucho a los niños porque ven cómo una señora que viaja colgada de un paraguas les enseña a ordenar la habitación con sólo chasquear los dedos, les lleva a un parque donde se meten dentro de un cuadro dibujado en el suelo, toman té y bailan con pingüinos, se ríen flotando en el techo y se toman la medicina con un poco de azúcar.

¡Ah! y no nos olvidemos de la palabra supercalifragilísticoespialidoso.
Querido usuario, o usuarios, porque ves a saber..., fetichista de Mary Poppins que por tercera vez nos ha robado la película:
el hijo de un usuario que es bastante guapo (bueno, el más guapo e interesante de la biblioteca) está ilusionadísimo con ver la película. La hemos comprado tres veces y las tres veces el niño se ha quedado sin verla por culpa de tus desalmadas manos. ¿No te da penita del niño? A mí sí.

Además, corcho, que la película no es barata, ¡que es edición coleccionista!


¡Mary Poppins, te echamos de menos!

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Los niños del maíz

Podéis pensar que los niños del maíz son éstos, pero en mi biblioteca tenemos un niño y una niña que de tan pesados, acosadores y estremecedores han sido bautizados así. Concretamente, la niña del maíz nos espera a mi compañera y a mí (que nos encargamos de la sala infantil) hasta que cerramos la biblioteca y a ella hasta la acompaña a su casa dándole la barrila, non stop. Cabe destacar también que las expresiones faciales de los dos niños dan mucho miedo.
Cada vez que los veo entrar en la sala infantil suspiro y me armo de paciencia. Bueno, yo y todo el personal de la biblioteca porque su tortura no se restringe a la sala infantil, también bajan a audios e incluso a la sección de adultos.


Pero en el fondo son buenos niños lo único es que requieren atención y cariño, todo aquello que quizá les falte en su casa, y tienen sus momentos, como por ejemplo cuando te hacen un dibujo. Entonces, se te olvida todo y recuerdas por qué te gusta tanto la sala infantil.

domingo, 8 de marzo de 2009

que en mi reloj ya son las 11, tenéis que abrir

Estoy haciendo puntos en préstamo, tengo la persiana medio bajada, pero tan bajada que cuesta pasar por debajo, un señor se ha arriesgado a hacerlo, y abre la puerta.

Le digo que la biblio aún no está abierta que faltan un par de minutitos. Mientras pronuncio la frase comprueblo en el reloj del ordenador que tengo razón, y sí señor, son las 10:58. Joder, no es por ser quisquillosa pero es que faltan dos minutos.

Intento razonar con el hombre, que mira incrédulo alternativamente a su reloj y a mí. Parece no entender lo que le digo. Paso del catalán al castellano. Se lo repito otra vez y el tío finalmente dice: "que son las 11, tenéis que abrir". Se lo vuelvo a explicar. "Hasta que no levantemos del todo la persiana, la biblioteca no está abierta. Falta un minutito, espérese un segundo fuera que enseguidita abrimos". Quizá se piensa que la biblioteca automáticamente se enciende sola, los ordenadores también, claro, puestos a pedir milagros, que no hay que hacer unos procesos técnicos antes de abrir... no, es un servicio público, por tanto cuando el tenga intención de utilizarlo estará a su entera disposición...

Pero el hombre no se mueve y repite "pero es que en mi reloj ya son las 11, tenéis que abrir, es vuestra obligación, tenéis que abrir". Ahora soy yo la que se queda un poco perpleja, el hombre no se mueve, ni tiene intención de hacerlo por más que se lo repita. Y encima ahora entra otro hombre que también quiere pasar. "Que vamos tarde" dice el señor.

Joder, claro, con tanta cháchara, ahora sí que son las 11, y con toda la rabia del mundo les dejo pasar y acabo de subir la persiana. Pero ¡coño! eran las 10:58 y no es por ser tiquismiquis, pero si les dejo pasar a las 10:58 ¿quién me asegura que mañana no vendrán a las 10:55 a decirme que en su reloj ya son las 11?

Para devolver los libros tarde y para salir de la biblioteca cuando llega la hora de cerrar no son tan puntillososo los usuarios, no... Por si no fuera suficiente trabajar el domingo, este tipo de situaciones agrian a una bibliotecaria tan dulce como yo...

domingo, 6 de julio de 2008

El parasol

Una auxiliar (1) se peleaba con la sombrilla de la biblioterraaazaa
y como veía que no lo abría
fue a llamar a otra auxiliaaarrr.

Dos auxiliares se peleaban con la sombrilla de la biblioterraazaa
y como veían que no lo abrían
fueron a llamar a una bibliotecaaariaaa.

Dos auxiliares y una bibliotecaria se peleaban con la sombrilla de la biblioterraazaa
y como veían que no lo abrían
fueron a llamar a la bibliotecaria-directoooora.

Dos auxiliares, una bibliotecaria y la bibliotecaria-directoooraaa
se peleaban con la sombria de la biblioterraazaa
y como veían que no la abrían...
se cansaron y dejaron de humillarse ante los usuaaaaaarioooosss.

No hay nada peor que pelearte con un objeto cotidiano, sencillo y facilísimo de utilizar que que venga alguien detrás tuyo en tu ayuda y que solucionen el problema aplicando el mínimo esfuerzo. Por suerte para mí (o anteriormente conocida como auxiliar 1) tres personas detrás de mí lo intentaron y fracasaron.
Conclusión: el parasol está roto porque cuatro bibliotecarias preparadas e inteligentísimas no pueden ser vencidas por una simple sombrilla, ¿o sí?

lunes, 16 de junio de 2008

¿Y tú quién eres?

Lo bueno de trabajar en un sitio donde el buen rollo es la norma es que tus compañeros son más que eso y si un día tienes que ir a un concierto pues te cambian ese día y tú cuando llegue el momento les devolverás el favor.

Quizá podríais pensar que esto no es nada del otro mundo. Quizá sí. Yo hablo por la experiencia que tengo y sobretodo, comparándolo con otras bibliotecas.

En mi nueva biblioteca es tan habitual que nos cambiemos los turnos y los días que a veces llegas a préstamo y tienes que preguntar ¿Y tú quién eres?

Las respuestas, en la mayoría de las ocasiones, son de lo más divertidas: soy Paca, soy Mengana, pero me llamo Manel, soy yo mismo porque vengo sustituyéndome a mí mismo, hoy no soy nadie, soy la biblioteca... ¿Por qué los usuarios no nos entienden tan bien como nos entendemos nosotros?

martes, 3 de junio de 2008

Mr. Bean, usuario de biblioteca

Todos tenemos el típico usuario freaky en la biblio o el usuario molestón que anda dando vueltas por la biblioteca agobiando al personal, pero imaginaos que uno de nuestros usuarios habituales fuera Mr. Bean... sería como para pedir el traslado ¿no?



Vídeo dedicado a mi hermanita Esther, que hoy es su cumple... ¡¡¡¡¡FELICIDADES!!!!!!

sábado, 24 de mayo de 2008

Cochino

Definición que es necesario implantar:

Cochino: Dícese del usuario que se dirige al mostrador de la biblioteca y demanda la película Lucía y el sexo para visualizar en el susodicho equipamiento. Se encamina hacia el televisor, conecta los auriculares, inserta el DVD en el reproductor y repetidamente visualiza la escena en que el personaje interpretado por Paz Vega se queda con el torso desnudo. Una y otra vez reproduce la misma escena. Transcurrida una hora más o menos se adentra en el baño del que no saldrá pasados unos 5 minutos. Extrae la película del reproductor, apaga el televisor y devuelve amablemente el DVD a la bibliotecaria que, imperceptiblemente para el usuario, realiza una mueca de repulsión.

* Es una definición larga, pero el ejemplar sólo puede definirse a sí mismo realizando todos sus procesos vitales*