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lunes, 10 de febrero de 2014

En la biblioteca... hay muchas cosas

Mostrador de préstamo. Se acerca un hombre y me pregunta:

-¿Tenéis máquina de internet?
- Emmm, sí, en la planta -1.
-El diario de hoy, eso ya no lo tendréis, ¿no?
- Sí, también los encontrará en la planta -1.
- Joder, pues sí que hay cosas en la planta -1...


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viernes, 10 de enero de 2014

En la biblioteca... hay muchos números

Mostrador de préstamo. Suena el teléfono. Es un hombre. Quiere que le renueve el préstamo de un libro. 
Le digo:

- ¿Tiene usted su carné a mano?
- Sí.
- ¿Me dice el número, por favor?
- ...silencio...
- ¿Oiga?
- Es que en el carné no hay ningún número.
- Fíjese, ya verá como sí, debajo del código de barras.
- [Indignado] Oiga, ¡esto no es un número, son muchos números!

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sábado, 28 de septiembre de 2013

¿Quién conoce a Copernís?



Un niño se acerca al mostrador de la sala infantil y me pregunta:

- ¿Tienes libros en catalán sobre Copernís?
- ¿Copernís? Querrás decir Copèrnic...
- Nooo, quiero libros sobre Copernís, es un científico.
- Pues seguro que no es Copernís, será Copèrnic. Copérnico en castellano.

El niño me mira con cara de "esta mujer está flipada". Se rinde:

- Vale, pues dame el libro sobre el Copèrnic ése, pero si después no es el mismo que me ha dicho la profe, le diré que ha sido tu culpa por no saber quién era Copernís.
- Me parece justo.

:-)

sábado, 16 de marzo de 2013

La signatura 400 (igual, pero diferente)

El pasado domingo asistí a la última representación de la obra La signatura 400, adaptación teatral de la novela homónia de Sophie Divry, de la que ya les hablé anteriormente en este blog.
¿Que no se acuerdan? Sí, hombre, era aquella historia de una bibliotecaria que al llegar a la biblioteca se encuentra con un usuario que se quedó encerrado el día anterior y ha pasado allí la noche.

Después de la regañina de rigor, la bibliotecaria comparte con el usuario un efervescente monólogo que en apariencia versa sobre el mundo de los libros, la lectura, las bibliotecas y las personas que las habitan, pero que en realidad es una retahíla de frustraciones, gustos y disgustos sobre su vida profesional y personal, para nada ajenas a cualquier otra persona, pero que en este caso se asocian al oficio poco creativo y rutinario de la bibliotecaria y a sus carencias afectivas.
[Nota aclaratoria de la bibliotecaria residente del blog: mi oficio es tan rutinario y creativo como yo quiero que sea, hay días que más y días que menos.]


El valor añadido de la versión teatral, que es muy fiel a la novela original, es el trabajo interpretativo de los actores Lluïsa Mallol (que también es la responsable de la adaptación) y Joan Gibert que únicamente con sus expresiones y gestualidad da la réplica sin palabras al monólogo repleto de altibajos emocionales de la bibliotecaria. 
El pequeño formato de la obra y del espacio que proporciona el escenario del Círcol Maldà hace cómplice al público de la situación desarrollada, casi como si también se hubiera quedado encerrado en la biblioteca, sólo que la bibliotecaria no se ha dado cuenta que nosotros también estamos ahí, de testigos.

¡Imperdible! ¡Una gozada!

lunes, 11 de marzo de 2013

El diccionario que escribió María Moliner


Uno de los propósitos (no escritos) que me marqué para el 2013 era volver a ir regularmente al teatro, como mínimo una vez cada trimestre. Puedo decir que de momento me estoy portando bastante bien porque ya he ido a ver tres obras y casualmente las tres tenían una relación muy directa con mi trabajo, así que las he disfrutado un poquito más, si cabe.


Mi primera obra del año ha sido El Diccionario, de Manuel Pérez Calzada, con la que he descubierto la fascinante biografía de María Moliner, apasionada bibliotecaria y amante de las palabras que no cejó hasta el final de su vida en el intento de proporcionar una definición correcta y objetiva para cada término, sin que esta se vea influenciada por ideas políticas y morales. La precisión con la que analizaba cada palabra se ve reflejada perfectamente en la obra, y me arrancó alguna que otra sonrisa al notar el paralelismo conmigo misma respecto a la obsesión y tozudez con las que yo también entomo mis tareas y el amor por el análisis lingüístico y sintáctico. Porque si utilizamos la palabra hemiplejia (hemi: medio y plejia: ausencia de movimiento) ¿por qué no podríamos también utilizar hemiplátano? Genial.

La obra empieza con el diagnóstico de arterioesclerosis cerebral que sufre María Moliner y mediante sus recuerdos, que se mezclan con su presente, los espectadores conocemos la trayectoria vital de la bibliotecaria que redactó el Plan de Bibliotecas del Estado del Gobierno de Valencia durante la República y que fue degradada por los fascistas al archivo de Hacienda. Menuda tortura para una bibliotecaria vocacional que quería poner la cultura y las palabras al alcance del pueblo. Igual tortura, y jugarreta cruel del destino, la de sufrir demencia y afasia por culpa de su enfermedad, olvidar palabras y confundir otras como "librera" con "bibliotecaria".
No sólo de palabras y definiciones vive El Diccionario, la obra es una lección interdisciplinar sobre la libertad, la represión, las ideologías, el odio, pero también el trabajo con fichas, la pulcritud y precisión del trabajo bibliotecario llevado al extremo y la desgracia de la enfermedad.
El trabajo interpretativo del plantel de actores es excepcional, con Vicky Peña al frente (como María Moliner), Helio Pedregal (su médico neurólogo) y Lander Iglesias (el marido) hacen justicia, como dice Gabriel García Márquez, a la proeza que llevó a cabo María Moliner en su casa, ella sola, con su máquina de escribir y unas fichas, escribió el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana.

Si tenéis oportunidad de verla, no os la perdáis, es muy emocionante, tanto que toda la platea la despedimos con largas y sonoras ovaciones. Imperdible.


martes, 29 de enero de 2013

Busco y no encuentro nada

"Lucy miró los resultados que se sucedían, su búsqueda con redes neuronales revisaba una infinidad de palabras clave, textos ancla, archivos, URL, etiquetas, correos electrónicos y direcciones IP–. Busco y no encuentro nada que se acerque remotamente a lo que me describes."
Lucy Farinelli, una precoz niña de 10 años que aparece por primera vez en la novela Postmortem de Patricia Cornwell, de la saga Scarpetta. Años después, convertida en exagente del FBI, experta en información, internet y tecnología, también tiene días malos en los que no encuentra nada.
Su perfil (no-oficial) en twitter: @lucyfarinelliPC

Factor Scarpetta de Patricia Cornwell editada por RBA, pàg. 21.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

La biblioteca huele

En la biblioteca disponemos de un servicio que arrassa entre los usuarios y otras personas del barrio que no han entrado nunca en nuestros dominios: el bar.
Está ubicado en una de las entradas al edificio. Uno de los inconvenientes más destacados (para nuestras estadísticas) es que a veces hay más gente en el bar que en la biblioteca, aunque es una paradoja porque en realidad están dentro del edificio de la biblioteca...

Otras de las desventajas: el ruido y el olor. ¿Por qué? Porque no hay mampara alguna que separe los dos servicios. Por eso, cuando ruge la marabunta en el bar, desde la barra tienen que hacer callar a los clientes o pedirles que bajen la voz (cualquiera diría que es un gag humorístico) y cuando llega la hora de hacer las comidas y los menús, en toda la biblioteca se huele lo que se va a comer ese día o al siguiente.
A veces es agradable. Sabes que es jueves porque a las 12 empiezas a notar el olorcito a paella. Otras no tanto, como cuando lo que detectas es coliflor a las 5 de la tarde.

Todo esto os lo cuento para ilustraros una biblio anécdota que me acontenció ayer por la tarde en el mostrador de la planta de adultos (no podía ser en otro):

Usuario: "La biblioteca huele. Huele mucho a pescao"
Yo misma: "Sí, en el bar deben estar cocinando"
Usuario: "¿Y tú no puedes hacer nada?"
Yo misma: "0_0 No, si quiere puede usted formalizar una queja pidiendo que nos instalen una mampara separando el bar de la biblioteca"
Usuario: "Niña, ¿por qué no subes tú y les dices a los del bar que estas no son horas de cocinar pescao?"

Nunca dejo de sorprenderme por las consultas y peticiones extrañas que recibo durante las pocas (y desgraciadas) ocasiones en las que tengo que atender en la planta de adultos. Los niños no preguntan cosas tan básicas y seguramente entenderían por qué no puedo ir al responsable de otro servicio y decirle cómo debe gestionarlo. Con ellos podemos intentar adivinar a qué huele hoy. A mí el otro día me olía a rollito de primavera, a ellos les olía a pimiento. ¡Misterios de la biblio vida!

viernes, 9 de septiembre de 2011

Signatura 400, de Sophie Divry

Soy una presa fácil para los libros sobre libros. Uno que publican, uno que me compro. Matizo, me compraba. Ahora me lo pienso más porque como los metros cuadrados de los pisos donde habito van menguando, la colección de libros hace lo mismo.
Por suerte Signatura 400 me lo regalaron (¡Gracias Esther!) porque con lo preciosa que es la edición y sabiendo que más que un libro sobre libros es un libro sobre bibliotecari@s, habría caído seguro.

En Signatura 400 nos encontramos con una bibliotecaria anónima (nunca sabremos su nombre) que al llegar al trabajo, unas horas antes de abrir la biblioteca, se encuentra en su planta (entiéndase como nivel, piso, en un edificio, no como ejemplar de la flora entiestado sobre su mesa) a un usuario que se quedó encerrado la noche anterior (sí, en mi biblioteca también nos ha pasado, pero nos dimos cuenta cuando bajábamos la persiana).

A modo de regañina, la bibliotecaria en cuestión le suelta un monólogo de órdago al usuario, que se extenderá durante el centenar de páginas que ocupa el libro, sin dejar posibilidad a la aparición de algún punto y a parte o a la intervención del regañado. Ella solita empezará y acabará justo cuando toque abrir la biblioteca.

Siendo un libro de "lo mío", aportando una voz original, siendo una sucesión de citas acertadísimas sobre bibliotecas, usuarios y cultura en la actualidad, Signatura 400 es una obra buena, que me ha asfixiado un pelín (no sé si será por la falta de pausas en el monólogo) y de la que esperaba un poquito más. Porque aunque los libros y las bibliotecas estén siempre en el relato, está mucho más presente la soledad, la impotencia y la frustración de la protagonista ante las situaciones de su realidad y de la vida, como que la signatura 400 de Dewey esté vacía. ¡Eso es para volver loco a cualquiera! Menos mal que en las bibliotecas catalanas utilizamos la adaptación de Jordi Rubió i Balaguer de la Clasificación Decimal Universal (¿alguien más ahí fuera?)

Y ahora, bombardeo de citas, aunque ya aviso que el libro es una cita en sí mismo...

"Ser bibliotecario no es nada gratificante, se lo digo yo: se acerca a la condición de obrero. Yo soy una taylorizada de la cultura."

"Saber orientarse en un biblioteca es dominar la cultura en su conjunto y, por tanto, el mundo. Y no estoy exagerando."

"A esto nos lleva la democracia cultural. Ya no es una biblioteca donde reina el sordo silencio de las estanterías inteligentes, es un área de recreo donde uno viene a distraerse."

"La cultura no es un placer. La cultura es un esfuerzo permanente del ser para escapar de su vil condición de primate subcivilizado."



DIVRY, Sophie. Signatura 400. Barcelona: Blackie Books, 2011. ISBN 9788493874544.
¿En qué biblioteca puedo encontrar este libro?

martes, 28 de junio de 2011

Educación y Biblioteca, ha sido un placer...

Se oían rumores desde hacía tiempo que no pronosticaban nada bueno, pero hace unos días se hizo oficial: la revista Educación y Biblioteca se acaba. El próximo número 183 correspondiente a mayo/junio 2011 será el último. Aún no me lo puedo creer...

Recuerdo perfectamente cómo fueron mis dos encuentros con la revista: el primero, como lectora y futura bibliotecaria cuando hice una reseña para una asignatura de la carrera y el segundo cuando Gustavo Puerta me pidió que colaborara para la revista.

Hará unos 11 años, estaba en la biblioteca de la facultad, no sabía que publicación escoger para reseñar, así que dejé vagar la mirada sobre los estantes de las revistas y Educación y Biblioteca me llamó la atención por su llamativa portada. Sí, el primero fue un motivo muy frívolo, pero es que las portadas son el primer contacto con el lector y en Educación y Biblioteca este aspecto estaba muy trabajado.
Al leerme ese número me di cuenta que el contenido era aún mejor que el continente: de gran calidad, con textos muy trabajados, artículos diferentes, originales, sobre el mundo bibliotecario y la literatura infantil y juvenil, dando luz a aquellos aspectos que no se ven y con un toque general sin miedo a explorar lo inexplorado y a revisitar lo conocido desde un punto de vista diferente.
Desde aquel día empecé a seguir la revista mediante el servicio de sumarios que se publicaban en el CBUC y a través de las bibliotecas públicas que estaban suscritas.

Hará unos 4 años, en una reunión con otros profesionales y especialistas de la literatura infantil y juvenil (que también ha quedado paralizada... ¡maldita crisis!) conocí a Gustavo Puerta. Enseguida me pareció un tipo muy interesante por su forma de ser, sus conocimientos y por la manera en que los expresaba: directa, sin tapujos, pero a la vez dándote cancha para entablar debate. En la pausa para la comida seguimos hablando de libros para niños y el tema estrella en aquel momento era la cercanía al final de la saga de Harry Potter, y no sé muy bien cómo Gustavo y yo acabamos hablando de gastronomía. Compartimos sabiduría gastronómica (¿tienes/conoces tal libro?), recetas y al final me pidió que le escribiera un artículo sobre el aspecto gastronómico de la serie.
Y claro, le dije que sí sin pensarlo, pero a los dos segundos ya me estaba apoderando un pánico atroz a no estar a la altura. Aunque no di media vuelta, seguí adelante con el artículo y creo que es el trabajo que más me he currado, más incluso que en la facultad. Fueron meses y meses releyendo todos los libros, llenándolos de post-it y rehaciendo el artículo una vez y otra y otra... hasta que Gustavo tuvo que pedirme que se lo enviara ya.

Gracias a ese encargo empecé a colaborar con la revista, publiqué algún artículo más (Elena Odriozola hasta me ilustró uno de ellos, impresionante) reseñé unos cuantos libros, pero lo que más marcó en mi vida ese encargo fue abrir una vía de investigación en la literatura infantil que aún no he acabado y en la que pienso seguir trabajando mucho tiempo más.

Me apena muchísimo que Educación y Biblioteca se acabe y aunque sólo conozco
La crisis está afectando a muchos compañeros y proyectos culturales, parece que la primera ficha del dominó ya ha caído, tarde o temprano arrastrará a las demás y cada ficha que cede hace un ruido más estremecedor que la anterior..., ya ni siquiera se puede trabajar por amor al arte, que es lo que hacemos muchos... ¿será que la cultura ya no vale nada?

miércoles, 18 de mayo de 2011

Tesoro escondido

En la biblioteca a menudo me encuentro objetos que se han quedado olvidados. Algunos son pequeños tesoros y otros son un enigma para los bibliotecarios por la singularidad que radica en el hecho de perder un determinado objeto. Por ejemplo, perder un cochechito de bebé se me hace raro. ¿No notó su legítimo dueño que salía con el bebé en brazos en lugar de transportarlo cómodamente en el carrito? Igualmente a perder una muleta o un zapato. Son de aquellas cosas que se hacen notar.

En estos casos, procedemos como cualquier otra administración pública: seguimos el protocolo de objetos perdidos. Primero los alojamos en un armario y quedan anotados en nuestro excel y pasado un tiempo los depositamos en la oficina del ayuntamiento encargada de estos menesteres (¡cómo me gustaría pasar dos días en dicha oficina!). Pero hay algunas cosas que por su singularidad podemos identificar al propietario y intentar ponernos en contacto con él para que recupere su bien. Y no hace tanto recuperé un objeto muy singular...

Me encontraba ordenando la sección de pequeños lectores (0-3 años) del área infantil, cuando detecté un librito pequeño sin tejuelo ni código de barras. Todas las biblio alarmas se encendieron y cuando ya pensaba que tenía una nueva adquisición para la biblioteca me di cuenta que no era un libro sino un cuaderno. Lo abrí y ojeé su contenido. Y en el contenido residía la singularidad que me permitió identificar a su propietaria, una ilustradora que hacía unas pocas semanas había pasado por la biblioteca.


Es bonito, ¿verdad? Si os fijáis en las ilustraciones, ¿sabríais identificar a la ilustradora?

Si no podéis, más abajo os revelo su identidad...

Aún no sé cómo resistí a la tentación de quedarme el cuaderno con esbozos para futuras ilustraciones, retratos de escenas cotidianas y demás joyitas, pero sólo con pensar que pierdo alguno de mis cuadernos con anécdotas y tonterías, me dí cuenta que no podía quedármelo. Así que contacté con la ilustradora y su cuaderno ya está viajando por el espacio postal. Espero que le llegue pronto y que mi biblio karma me recompense con el descubrimiento de otro tesoro que esta vez pueda atesorar...

miércoles, 9 de junio de 2010

Bibliotecas en acción

Las bibliotecas son de los servicios públicos mejor valorados. Año tras año han ido subiendo puntos y se han ido inaugurando más equipamientos y parece que cada vez más gente es consciente de la importancia de la biblioteca como servicio público y gratuito para todos y más con la crisis que nos ha caído encima. Pero muchos compañeros se sienten desmoralizados por el difícil trabajo que supone gestionar el servicio día a día con cada vez menos recursos, menos personal, menos dinero para libros, actividades, pero a veces más horas de apertura.
En las últimas jornadas de documentación que se celebraron en la ciudad pude escuchar todas estas quejas, todo este desánimo, la frustración de sentir que la entidad local que te da la vida te deja desamparado una vez se ha tomado la foto de la inauguración. Y que encima se llenen la boca y se pongan medallas gracias al esfuerzo ajeno.

Por la dichosa crisis, las bibliotecas de Nueva York han sufrido un recorte de 37 millones de dólares en su presupuesto, lo que supondrá cerrar bibliotecas y despedir trabajadores. Y los que sobrevivan tendrán que facilitar el mismo servicio con mucho menos. Allí, que son más dados a la protesta que nosotros, han organizado una acción original a más no poder: los fantasmas (yo diría que son políticos disfrazados) entran en la biblioteca y tienen que llamar a los cazafantasmas. Grande, muy grande.



¿Para cuándo alguna protesta aquí? Será que no hay ejemplos por los que protestar...

lunes, 7 de junio de 2010

¡A la huelga!

Si eres estudiante y tienes que estudiar para el examen de selectividad y las bibliotecas son tu territorio de estudio, si eres padre y te gusta disfrutar del espacio de bebeteca o a tus hijos les encanta la hora del cuentacuentos, o quieres aprender y mejorar tus habilidades con los ordenadores o simplemente te gusta leer y te acercas a una biblioteca, puede que mañana la encuentres cerrada o que no te puedan facilitar los servicios habituales por estar escasos de personal y es que hoy nos vamos a la huelga.

Lo fácil es recortar del gasto público en lugar de gestionar mejor el gasto público. No puede ser que no haya problema en gastarse 3 millones de euros en una consulta no vinculante, pero luego nos hagamos los remolones cuando hay que aprobar los presupuestos de las bibliotecas, las escuelas, la sanidad... Lo bonito es construir una bonita biblioteca (hospital, escuela, centro cívico... escojan el equipamiento que más les guste), cortar la cinta, inaugurarla, hacerse la foto y luego huir, que gestionarla ya no es glamuroso. De eso que se encarguen otros y con dos duros. Que del trabajo vocacional viven muchos.

Porque es injusto que sea siempre el ciudadano el que pague las consecuencias causadas por la avaricia de los de siempre. Tanto si eres trabajador del sector público como si no lo eres (se empieza por lo que más rabia dan, pero vamos a cobrar todos), si recibías una ayuda de esas que a bombo y platillo se anunciaron cuando ya no quedaba dinero y ahora te vas a quedar a dos velas o para protestar por los gastos que causan las tonterías de los que mandan y porque en este país somos de poco protestar y olvidar rápidamente o simplemente que "cuando veas las barbas de tu vecino quemar, pon las tuyas a remojar".
Por todo esto, por la rabia acumulada y por el mordisco que le dan a mi sueldo (para nada boyante como malpiensan muchos) voy ¡a la huelga!

Y como dice un cartel de la foto: ¿de verdad creéis que los bibliotecarios iríamos a la huelga sin una buena razón?

martes, 6 de abril de 2010

Keith Richards quiere ser bibliotecario

¡Bienvenido sea al lado biblioteco-oscuro de la vida!

Podéis leer más sobre el tema, aquí y aquí. ¿Será debido al cocotero o no?

¡Gracias por compartirlo Suso!

sábado, 13 de febrero de 2010

Biblioteca, ¿dígame?

La mayoría de llamadas que atiendo en la biblioteca son de lo más anodinas. Preguntas sobre la hora a la que abrimos o cerramos, si tenemos tal libro o tal otro, renovaciones de préstamos..., pero últimamente pasa algo extraño cada vez que descuelgo el auricular y digo: biblioteca, ¿dígame?

Me lo estoy pasando tan bien con las llamadas peculiares que me las apunto para no olvidarme de ninguna:


Llamada número 1:
- Biblioteca, ¿dígame?
- Hola, ¿hoy es lunes?
- Sí, es lunes.
- Vale, muchas gracias. Adiós.
- Adiós.

Llamada número 2:
- Biblioteca, ¿dígame?
- Mire, eee, que yo, eee, cogí un libro el otro día...
... silencio...
- Sí, dígame.
- Yyyy, pues eso, que cogí un libro el otro día, yyyy, ya me lo he leído.
... silencio...
- Sí, dígame.
- Pues queee, eee, ¿ahora qué hago?
- Bueno, pues si ya lo ha leído, podría devolverlo a la biblioteca.
- Ah, valeee, ¿puedo venir ahora mismo?
- Sí, por supuesto.
- Valeee, adiós.
- Adiós.

Llamada número 3:
- Biblioteca, ¿dígame?
- ¡ME CAGO EN TODOS LOS POLICÍAS LOCOS HIJOS DE PUTA!
y colgó...


Las llamadas de los dos primeros usuarios me desconcertaron en su momento, pero nada más. Son los típicos colgaos, o no y eso es lo más grave, pero el tercero es un auténtico loco que llama a la biblioteca y en cuanto dices tu retahíla de presentación se pone a gritar como un enegúrmeno. Soy muy fan de este hombre porque nunca sabes por donde te va a salir. La primera vez que atendí una llamada suya me quedé tan perpleja que fui incapaz de recordar lo que me había dicho y como cuelga tan rápido como acaba de pronunciar la última palabra..., pero desde entonces estoy muy atenta. Y esta atención se ha visto recompensada con una llamda anunciando una gran gesta excretora de gran tamaño, o al menos eso dijo. Y se ve que a mi biblioteca no es a la única que llama. ¡Y todavía hay quien dice que las bibliotecas no son de utilidad!

miércoles, 13 de enero de 2010

I love my librarian


En Estados Unidos hace dos años que vienen celebrando el premio I love my librarian, un reconocimiento al trabajo y dedicación de los bibliotecarios. Para mí lo mejor es que se decide por votación popular y que los que nominan son los propios usuarios.

Aquí todavía no estamos al nivel norteamericano en cuanto a normalizar el uso y la existencia de las bibliotecas como algo esencial para una sociedad con libre acceso a la información y el conocimiento, pero vamos por buen camino. Aunque la verdad es que no me imagino que se organizase un premio parecido y mucho menos que cantidades ingentes de usuarios se dedicasen a votar como posesos. Pero voy a ser justa y diré que no me puedo quejar porque tengo unos cuantos usuarios que son un tesoro y que hacen que me olvide de los maleducados, desagradecidos y demás que no saben ni decir "buenos días".

Si tuviera que hacer una lista (tranquilos, que no lo haré) empezaría por todos aquellos niños que me hacen dibujos con todo su cariño y me dicen que les encantó el libro que les aconsejé que se llevaran, seguiría con los chicos y chicas del club de lectura infantil y juvenil de mi biblio con los que comparto cantidad de lecturas, con los usuarios que me encuentro en el autobús y sobretodo acabaría con el mejor usuario que haya tenido nunca, Miquel. Un usuario como hay pocos, por no decir ninguno: amable, considerado, interesante, cultivado y que encima nos dedica semenjantes homenajes en su blog (del que recomiendo su lectura a todos aquellos interesados en la ciudad de Barcelona). ¡GRACIAS MIQUEL!

Por cierto, de todos los bibliotecarios ganadores del I love my librarian 2009 me quedo con Laura Grunwerg, responsable de la sala infantil y juvenil (vaya, que es de las mías, las locas de la sala infantil) de la River Edge Public Library, de New Jersey.

sábado, 31 de octubre de 2009

Tos sepulturera

Esta semana ha sido extraña en la biblioteca. Tenebrosa. Todo empezó cuando mi compañera en la sala infantil se contagió de gripe. Primero pensamos en aislarla en el cuarto de las escobas, pero al final se encerró durante una semana en su casa, con mascarilla incluida hasta que llegó. Pero ya nada fue lo mismo. Yo empecé a tener una tos inquietante que me removía las entrañas, parecía que en lugar de estertores iba a expulsar cualquier órgano por la boca, pero aguanté como una jabata, aunque acojonaba bastante oírme toser. Desgraciadamente fui la única miembro suficientemente fuerte para superar la maldición que nos ha caído encima y ya tenemos a tres miembros de baja. Unos tienen fiebre, otros moquean, otros tienen tos y algunos hasta lo tienen todo. Con suerte superaremos esta calurosa castanyada maldita que da tanto miedo como cualquier halloween yanqui.

¡Va por ustedes compañeros enfermitos!

domingo, 11 de octubre de 2009

y si viniera Penélope Cruz a la biblioteca...

Cuando pienso que nunca nadie va a superar la última pregunta y/o anécdota que me hacen o me encuentro en la biblioteca, siempre hay algún usuario dispuesto a sorprenderme. Así que querría compartir con todos vosotros lo que me dijo una mujer el lunes pasado en la sala infantil. Os pongo en situación:

Estaba a punto de empezar una sesión charla para padres, profesores, interesados... sobre obras de la literatura infantil que tratasen el tema del miedo, los maestros que debían venir no lo hicieron y daba mucha penita ver a la chica que tenía que dar la charla prácticamente sola, pobrecilla. Así que me dispuse a buscar padres para ver si los animaba a enterarse de las recomendaciones en literatura que les ofrecíamos. Después de un par de convencidos y un par de negativas, salen del ascensor dos mamás con sendos carricoches de bebé y voy a por ellas.
Sobre la charla me dicen que no les interesan los libros, a lo que yo respondo con un gesto circunspecto (escondía la profunda reflexión que se desarrollaba en mi interior: "¿y a qué habéis venido?") Ante el fracaso total de la operación abducción de la pareja de mamás con carricoche me dispongo a la búsqueda y captura de otros papás, pero las susodichas me lo impiden.

Tienen una pregunta que hacerme y yo, solícita como soy, me preparo con la mejor de mis sonrisas:

- Mira chica, es que queremos celebrar el cumpleaños de los niños y queríamos saber si aquí en la biblioteca ofrecéis este servicio.
- Ummmm, ¿a qué tipo de servicio se refiere?
- Pues eso niña, a tener la sala infantil, los globos, la merienda, esas cosas.
- Pues no, la biblioteca no ofrece esos servicios, pero una vez vi como en el bar de la planta baja organizaban un cumpleaños. Así que si quieren pueden bajar y preguntarlo allí.
- Ah, no, es que ahí en el bar queda muy abierto, muy público.
- 0_0
- Lo que queremos es celebrarlo en la sala infantil, pero sin niños. Queremos alquilarla para nosotras.
- Ya, pero es que la biblioteca es pública, el servicio que ofrecemos es público, para todo el mundo, y no podemos cerrar la sala para ustedes, ni pagando, porque no se puede, que es público. (Inciso: os habéis encontrado en la situación de querer explicar algo que es tan obvio que parece que no hay palabras para desarrollar la cuestión y os repetís os repetís y os repetís. Pues así de perpleja me sentí yo).
- Me estás diciendo que si viniera Penélope Cruz a la biblioteca...
- 0_0
- ... y te dijera que quiere alquilar la sala infantil para hacer el cumpleaños de su hijo, ¿le diríais también que no?
- Pues claro, la biblioteca es pública y no podemos cerrar una sala para organizar actos privados. Disponemos de salas para organizar actos de asociaciones culturales, entidades y demás, pero no actos privados.
- (la señora pone cara de perro) Pues vaya servicio que ofrecéis...

Como os decía al principio, esta anécdota creo que figurará durante mucho tiempo en mi lista particular de situaciones biblio-extraño-bizarras-sin sentido, aunque nunca se sabe leyendo lo que leo en diferentes blogs biblio anecdotarios (uno, dos, tres, cuaaatrooo)...

domingo, 27 de septiembre de 2009

Se busca al usuario...

Se busca al usuario... que por tercera vez nos ha robado de la biblioteca la película Mary Poppins.


A saber, Mary Poppins es una peli bien bonita, que gusta mucho a los niños porque ven cómo una señora que viaja colgada de un paraguas les enseña a ordenar la habitación con sólo chasquear los dedos, les lleva a un parque donde se meten dentro de un cuadro dibujado en el suelo, toman té y bailan con pingüinos, se ríen flotando en el techo y se toman la medicina con un poco de azúcar.

¡Ah! y no nos olvidemos de la palabra supercalifragilísticoespialidoso.
Querido usuario, o usuarios, porque ves a saber..., fetichista de Mary Poppins que por tercera vez nos ha robado la película:
el hijo de un usuario que es bastante guapo (bueno, el más guapo e interesante de la biblioteca) está ilusionadísimo con ver la película. La hemos comprado tres veces y las tres veces el niño se ha quedado sin verla por culpa de tus desalmadas manos. ¿No te da penita del niño? A mí sí.

Además, corcho, que la película no es barata, ¡que es edición coleccionista!


¡Mary Poppins, te echamos de menos!

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Los niños del maíz

Podéis pensar que los niños del maíz son éstos, pero en mi biblioteca tenemos un niño y una niña que de tan pesados, acosadores y estremecedores han sido bautizados así. Concretamente, la niña del maíz nos espera a mi compañera y a mí (que nos encargamos de la sala infantil) hasta que cerramos la biblioteca y a ella hasta la acompaña a su casa dándole la barrila, non stop. Cabe destacar también que las expresiones faciales de los dos niños dan mucho miedo.
Cada vez que los veo entrar en la sala infantil suspiro y me armo de paciencia. Bueno, yo y todo el personal de la biblioteca porque su tortura no se restringe a la sala infantil, también bajan a audios e incluso a la sección de adultos.


Pero en el fondo son buenos niños lo único es que requieren atención y cariño, todo aquello que quizá les falte en su casa, y tienen sus momentos, como por ejemplo cuando te hacen un dibujo. Entonces, se te olvida todo y recuerdas por qué te gusta tanto la sala infantil.

sábado, 4 de julio de 2009

Homenaje BIBLIOTECARIO a Michael Jackson

Hace unos días la blogosfera se inundó de posts recordando al Rey del Pop.
No dije nada porque no acostumbro a homenajear, creo que tampoco lo hice con Rubianes aunque su muerte me apenó mucho. También me ha dado mucha lástima que se haya muerto Michael Jackson, aunque así quizá el pobre descanse tranquilo. Sus canciones me hacen recordar los años de instituto y a mi queridísimo John Norton (¿cuándo quedamos John?)
Así que para desquitarme hoy voy a hacerme eco de un homenaje que le dedicaron a Michael Jackson en la Mediateca de Limoges, por lo genial del acto y para que veáis que los bibliotecarios molamos cantidad.
¡Céline, la mediateca de tu ciudad es la mejor!

Ya les he propuesto a mis compañeros de biblioteca que hagamos lo mismo. Si aceptan, tranquilos, que lo veréis... o no...