Copenhague (I)
Lo que tienen los viajes en grupo es que cada uno quiere ver una cosa y siempre hay alguien que nunca quiere ver nada, por eso cuando nos vamos de viaje con la familia de elAbogado procuro no organizarme las salidas como lo haría si sólo viajáramos él y yo. Siempre toca ceder en algún momento y quedarse con las ganas de ver algo. Así que cuando mi suegra nos comunicó que el destino más votado por todos era Copenhague, reprimí mis instintos y no realicé demasiadas lecturas, ni bucée en internet en busca de información, ni repasé las estanterías de las bibliotecas buscando novelas, guías y artículos de revista.
La única información con la que me desplacé a la capital de Dinamarca me la proporcionó mi amiga sfer que me dijo que volvió enamoradísima del país, que si por ella hubiera sido se habría quedado más, pero muchísimo más tiempo, que todo el mundo allí era amabilísimo y que todo era carísimo. Todo eran ísimos y las expectativas también.
Al bajarnos del avión nos encontramos con un cielo gris y con una lluvia de esas que ni sí ni no. Hacía fresquito, pero tampoco frío. Eso sí, en cuanto hablamos con el chófer que vino a buscarnos al aeropuerto todo fueron risas y buen rollo. El hombre tenía muchísimo interés por saber de dónde veníamos, cómo era España, si allí llovía. Le impactó bastante saber que no vivíamos todos juntos en plan doce personas en una misma casa. Creo que debía haber visto algún programa de Callejeros en Las Barranquillas.
Una vez supo todo lo que quiso sobre España, empezó a explicarnos cómo era Dinamarca. Nos aconsejó que fuéramos un día a Malmö (está a sólo 30 minutos de Copenhague) porque es un 35% más barato. A medida que la ciudad se iba viendo por las ventanillas del coche nos explicaba en qué barrio estábamos, qué era aquel edificio, nos aconsejaba qué visitas valían más la pena, cuáles menos. Fue un detallazo de transporte del aeropuerto al hotel y me confirmó que lo que me dijo sfer que todo el mundo en Copenhague era amabilísimo.
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Una de las cosas que más me llamó la atención es la cantidad de estilos arquitectónicos que se mezclan en la ciudad, e incluso a veces hasta en un mismo edificio (como ocurre con muchas iglesias y catedrales): pudimos ver casas vikingas (hay una bastante grande que antaño sirvió como almacén de cerveza), edificios góticos de la época renacentista, también vimos estilo rococó e incluso edificios muy clásicos como los palacios de Amalienborg, cuyo edificio principal se une a los diferentes pabellones por una ala más baja formando pórticos, todo el conjunto es simétrico y con gran verticalidad. Muy curioso, vamos.
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Es impresionante el efecto que provoca pasar en barca por el canal entre el edificio de la Bolsa y el de la Cancillería, de un rojo profundo y con un imponente frontón que está adornado por un busto de Frederik IV.
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Durante el recorrido también pasamos por delante del paseo marítimo y vimos varios edificios enormes de ladrillo rojo y también el famoso edificio de ojos azules de la naviera Maersk. Adentrándonos por otro canal, nuestro guía nos enseñó una versión nueva de la famosa Sirenita, más moderna.
Fueron un par de jornadas completitas, pero aún queda viaje por explicar...
3 comentarios:
Se ve que ha estado genial :D
Las fotos, la narración... ¡Logra que te imagines como fue que lo viviste!
Saludos ^^
¡Qué envidia!
¡Gracias Rudolph!
Me lo pasé genial Juan Pedro, pero siento darte envidia, espero que de la sana... Apunta Copenhague para un destino próximo, es una ciudad preciosa.
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