"La Llegada", de Denis Villeneuve
Visionada el 9/1/2017, en el Cine Verdi Park de Barcelona.
Tengo una especial predilección por las lenguas, el vocabulario, la ortografía, la sintaxis… Mis amigos soportan las constantes correcciones sufridas porque también tengo cosas buenas, pero en este tema soy picajosa. Así que cuando supe del estreno de la película “La Llegada” no dudé un momento en ir a verla porque está protagonizada por una lingüista (Amy Adams) que es contratada por el ejército de los Estados Unidos para aprender a comunicarse con unos extraterrestres recién llegados a la Tierra y averiguar cuáles son sus intenciones.
Hasta ahí bien, pero qué sorpresa encontrarse con una película de ciencia ficción (otra de mis pasiones) que, más allá de interesarse por los extraterrestres como amenaza, se centra en la percepción del tiempo vivido y las relaciones que establecemos con nuestros semejantes. A medida que transcurría la película no paraban de llegarme a la cabeza ejemplos afines a ella, como “Contact” (protagonista femenina y académica, ¡oh milagro!), “Origen” (diferentes dimensiones temporales) y “El árbol de la vida” (la cadencia, los planos, la fotografía y el elemento filosófico).
El equilibro entre las convenciones clásicas de la ciencia ficción (suspense, tensión, un puntito de terror) y las hipótesis sobre el lenguaje y cómo éste condiciona la forma de relacionarnos, es delicioso. Me parece excepcional mezclar aliens que parecen pulpos y se comunican con chorros de tinta, con la relatividad lingüística y la hipótesis de Sapir-Whorf, ¡y que el resultado funcione!
La única pega que le pondría es que hacia el final de la película se hace más que evidente la moraleja dando importancia a una subtrama argumental (presente durante toda la película) en forma de tragedia familiar, que enfatiza el mensaje de tolerancia entre los pueblos, blá, blá, blá. Para mí era absolutamente innecesario ya que se desprende por sí solo sin necesidad de que gane tanto terreno.
Aun así, me parece una película deliciosa.
Tengo una especial predilección por las lenguas, el vocabulario, la ortografía, la sintaxis… Mis amigos soportan las constantes correcciones sufridas porque también tengo cosas buenas, pero en este tema soy picajosa. Así que cuando supe del estreno de la película “La Llegada” no dudé un momento en ir a verla porque está protagonizada por una lingüista (Amy Adams) que es contratada por el ejército de los Estados Unidos para aprender a comunicarse con unos extraterrestres recién llegados a la Tierra y averiguar cuáles son sus intenciones.
Hasta ahí bien, pero qué sorpresa encontrarse con una película de ciencia ficción (otra de mis pasiones) que, más allá de interesarse por los extraterrestres como amenaza, se centra en la percepción del tiempo vivido y las relaciones que establecemos con nuestros semejantes. A medida que transcurría la película no paraban de llegarme a la cabeza ejemplos afines a ella, como “Contact” (protagonista femenina y académica, ¡oh milagro!), “Origen” (diferentes dimensiones temporales) y “El árbol de la vida” (la cadencia, los planos, la fotografía y el elemento filosófico).
El equilibro entre las convenciones clásicas de la ciencia ficción (suspense, tensión, un puntito de terror) y las hipótesis sobre el lenguaje y cómo éste condiciona la forma de relacionarnos, es delicioso. Me parece excepcional mezclar aliens que parecen pulpos y se comunican con chorros de tinta, con la relatividad lingüística y la hipótesis de Sapir-Whorf, ¡y que el resultado funcione!
La única pega que le pondría es que hacia el final de la película se hace más que evidente la moraleja dando importancia a una subtrama argumental (presente durante toda la película) en forma de tragedia familiar, que enfatiza el mensaje de tolerancia entre los pueblos, blá, blá, blá. Para mí era absolutamente innecesario ya que se desprende por sí solo sin necesidad de que gane tanto terreno.
Aun así, me parece una película deliciosa.