Crítica literaria
La figura del crítico, sea literario, gastronómico o de arte, es una figura deformada por el rencor y el mal ambiente que provoca una mala o buena crítica.
Una crítica siempre genera algún tipo de malestar. Si es negativa, se alegan cuestiones personales. El crítico tiene mala relación con el autor y se lo quiere cargar sí o sí. No hace falta que se lea el libro, y si se lo lee lo hace condicionado.
Si es positiva, el crítico tiene algún tipo de amiguismo con el autor. No hace falta que se lea el libro, y si se lo lee lo hace condicionado.
Se cree que el crítico vive para hacer daño. Encorvado delante del ordenador, dispuesto a despellejar al iluso que se ha atrevido a ponerle un ejercicio literario delante. Es una persona intelectualoide que cree saber más que los demás.
Y es que el ejercicio de criticar es completamente subjectivo. Es así. Por mucho que el crítico utilice un decálogo para valorar la obra en cuestión, siempre existe un punto de vista propio. Creo que sería harto complicado que dos críticos diferentes valoraran exactamente igual una misma obra.
Algunos sabéis que formo parte del equipo de críticos de Faristol, revista dedicada a la promoción de la literatura infantil y juvenil catalana. Me acuerdo perfectamente de la primera crítica que me encargaron. Antes de recibir el libro rezaba porque la obra fuese buena. Una obra maestra. El mero hecho de imaginarme escribiendo una mala crítica se me hacía insoportable. ¿Por qué? Porque es incómodo. Por inseguridad también. Cómo se puede estar seguro de que tus valores para criticar una obra son los correctos. No se puede saber. Lo único que se puede hacer es trabajar con rigurosidad y creer en lo que se ha escrito.
Por eso me gusta tanto el equipo de críticos de Faristol. Porque es un equipo riguroso. Que no se mira el ombligo. Cada año los jefes del equipo organizan una jornada donde nos reunimos todos los críticos para aprender a hacerlo cada año mejor. En esta ocasión nos volvimos a reunir en la biblioteca del Ateneu de Barcelona, como el año pasado, y Marta Luna nos ilustró con ejemplos de buenas y malas críticas, nuestras y ajenas. Fue muy educativo. Apunto aquí varias premisas que apunté en esa reunión y que me han hecho crecer profesionalmente:
- La búsqueda de la exquisitez en el vocabulario convierte la crítica literaria en un ejercicio de creación literaria.
- La selección de palabras es una operación arriesgada. Una sola palabra mal escogida puede marcar toda una crítica.
- La información y la contextualización del entorno del libro enriquece la crítica para situar al lector.
- Hay que establecer un equilibrio entre información y valoración.
- Una crítica es un texto de reflexión y ponderación, no puede ser un ejercicio de espontaneidad. Siempre ha de mantener la distancia. A veces se escribe lo que se le querría decir al autor, pero no nos puede perder la oralidad.
- Hay que huir de algunas frases hechas vacías de contenido que son muy frecuentes en la crítica de literatura infantil, como "está muy bien escrito" o "ilustraciones coloristas".
Como último apunte creo que es importante destacar que hay algunos críticos, sea cual sea su ámbito, que se creen estrellas. Divas de la cultura. Esos son los malos críticos.
Una crítica siempre genera algún tipo de malestar. Si es negativa, se alegan cuestiones personales. El crítico tiene mala relación con el autor y se lo quiere cargar sí o sí. No hace falta que se lea el libro, y si se lo lee lo hace condicionado.
Si es positiva, el crítico tiene algún tipo de amiguismo con el autor. No hace falta que se lea el libro, y si se lo lee lo hace condicionado.
Se cree que el crítico vive para hacer daño. Encorvado delante del ordenador, dispuesto a despellejar al iluso que se ha atrevido a ponerle un ejercicio literario delante. Es una persona intelectualoide que cree saber más que los demás.
Y es que el ejercicio de criticar es completamente subjectivo. Es así. Por mucho que el crítico utilice un decálogo para valorar la obra en cuestión, siempre existe un punto de vista propio. Creo que sería harto complicado que dos críticos diferentes valoraran exactamente igual una misma obra.
Algunos sabéis que formo parte del equipo de críticos de Faristol, revista dedicada a la promoción de la literatura infantil y juvenil catalana. Me acuerdo perfectamente de la primera crítica que me encargaron. Antes de recibir el libro rezaba porque la obra fuese buena. Una obra maestra. El mero hecho de imaginarme escribiendo una mala crítica se me hacía insoportable. ¿Por qué? Porque es incómodo. Por inseguridad también. Cómo se puede estar seguro de que tus valores para criticar una obra son los correctos. No se puede saber. Lo único que se puede hacer es trabajar con rigurosidad y creer en lo que se ha escrito.
Por eso me gusta tanto el equipo de críticos de Faristol. Porque es un equipo riguroso. Que no se mira el ombligo. Cada año los jefes del equipo organizan una jornada donde nos reunimos todos los críticos para aprender a hacerlo cada año mejor. En esta ocasión nos volvimos a reunir en la biblioteca del Ateneu de Barcelona, como el año pasado, y Marta Luna nos ilustró con ejemplos de buenas y malas críticas, nuestras y ajenas. Fue muy educativo. Apunto aquí varias premisas que apunté en esa reunión y que me han hecho crecer profesionalmente:
- La búsqueda de la exquisitez en el vocabulario convierte la crítica literaria en un ejercicio de creación literaria.
- La selección de palabras es una operación arriesgada. Una sola palabra mal escogida puede marcar toda una crítica.
- La información y la contextualización del entorno del libro enriquece la crítica para situar al lector.
- Hay que establecer un equilibrio entre información y valoración.
- Una crítica es un texto de reflexión y ponderación, no puede ser un ejercicio de espontaneidad. Siempre ha de mantener la distancia. A veces se escribe lo que se le querría decir al autor, pero no nos puede perder la oralidad.
- Hay que huir de algunas frases hechas vacías de contenido que son muy frecuentes en la crítica de literatura infantil, como "está muy bien escrito" o "ilustraciones coloristas".
Como último apunte creo que es importante destacar que hay algunos críticos, sea cual sea su ámbito, que se creen estrellas. Divas de la cultura. Esos son los malos críticos.
6 comentarios:
Realmente los críticos son unos icomprendidos... pero sí es cierto que una crítica puede encumbrar un autor o rebajarlo al más bajuo de los infiernos, según los intereses de un equipo de críticos al servicio de una ideología, editorial, partido, etc.
ejemplo claro han sido las vergonzosas críticas a Carlos Ruiz Zafón, por el hecho de ser un excelente autor catalán escribiendo en castellano...
Yo, como ves, no sería buena crítica... yo soy "opinataria"
Ser crítico, un buen crítico, es un oficio difícil. Depende de la orientación y formación de cada crítico la opinión que vierte sobre las obras que juzga. De eso y de su idiosincrasia. Es fácil equivocarte. Es tarea complicada la de descubrir una obra maestra cuando aparece por primera vez. ¡Cuántos errores de la crítica nos muestra la historia! Cien años de soledad fue ofrecida a varias editoriales que la desestimaron hasta que la publicó la Editorial Sudamericana que confió en el autor. Los errores de perspectiva son garrafales. Hay pocos buenos críticos. Leopoldo Alas Clarín fue uno de ellos. Supo reconocer el talento de Galdós cuando en su tiempo sus novelas eran minoritarias frente a otros autores de mucho más éxito. Clarín supo distinguir más allá de su época y encontró al mejor de los novelistas del XIX; él que era tan ácido y exigente con todos... La crítica literaria es un arte como la misma literatura. Gracias por tu visita y tu comentario.
Absolutamente cierto: ser crítico es muy difícil y como todos, los críticos pueden equivocarse. El problema es cuando mediante la realización de críticas en sentido negativo (a ser posible demoledoras) lo que buscan es la notoriedad (que para su trabajo es lo más recomendado, puesto que al final les acaba influyendo), y pasan a ser críticos que critican para posteriormente ser criticados por su crítica y acabar todos en el diario de Patricia.
¿Nueva literatura de terror-gótico? ¿Un nuevo y original vampiro? Esto es lo que le hace el "Legado Hereje" a quienes lo reciben... Anatema Carmesí (Legado Hereje Vol I) del escritor argentino Maximiliano Chiaverano.
(Comentario un poco "tardío", pero es que acabo de descubrir este blog.)
No sé, creo que hacer crítica del arte es más fácil que crear arte.
Creo que aunque obviamente no todos podemos ser artistas, es muy posible que todos podamos ser creadores y, por ejemplo, a veces me da la impresión de que algunos críticos son artistas (que no creadores) frustados.
Obtener éxito como artista es más difícil que la propia creación. Influyen muchos factores que no siempre tienen que ver con el arte.
Lo que no me parece justo, en relación con lo que ya alguien comentó sobre Carlos Ruiz Zafón, es que porque un artista tenga éxito haya que achacarle necesariamente al márketing su éxito.
Pablo Picasso fue uno de los pocos artistas que ha sabido "comercializar" en vida su arte, cosa que seguramente no le perdonaron algunos artistas frustrados (¿críticos?).
Yo creo que lo ideal sería que un crítico fuera también artista, para que al menos no quede la duda de que su subjetividad tiene algún resquicio de frustración propia.
P.D.: interesante blog y curiosamente el próximo comentario de mi blog (al que tengo algo abandonado) va sobre "True Blood", además de que el gato de tu cabecera es muy parecido al de la cabecera de mi blog, así que parece que en algunas cosas compartimos el mismo gusto.
Un saludo
Gata curiosa, son muy razonables las opiniones que expones en tu comentario. Únicamente difiero que no se puede generalizar, como en todo, el completo de los críticos no son artistas frustrados, algunos no quieren serlo otros sí que estarán frustrados. Ciertamente es un ejercicio difícil y hay que ser muy ecuánime para hacerlo bien. Me encanta que te pasees por aquí y aún más si te gustan los gatos ;P
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