lunes, 2 de agosto de 2010

29 años y un día

No puedo estar más contenta de cómo fue ayer, y antes de ayer también, mi cumpleaños. Y digo antes de ayer porque al final fue una celebración que se desarrolló en dos días. Qué contenta estoy de tener a tanta gente que quiera festejar conmigo esta fecha, que no caben en un solo día.
El sábado lo pasé con mi familia y con la del Abogado. Recibí dos tartas preciosas, pero atención a la que me regaló mi hermana que es una auténtica obra de arte en homenaje al mundo costuril que tanto me gusta.

“Era mi regalo de cumpleaños. Tan contenta me puse que grité alto, y pensé que era el mejor regalo de cumpleaños que había recibido en toda mi vida.”

Igual que Britta en Los niños de Bullerbyn, yo también me emocioné mucho con todos los regalos que recibí: los libros Diario de un ama de casa desquiciada y Soy un gato; un llavero de una pequeña Yumi; el catálogo de la exposición de Un mundo flotante; unos originales marcos imantados en forma de polaroids en los que puedes colocar la foto que quieras; un vinilo buenísimo de Kenny Dorham, un estándar del jazz que faltaba en mi discoteca; y por último los regalos conspirativos de La Banda que me mantuvieron engañada para presentarse por sorpresa en mi casa, en pleno desayuno. Con ese detallazo hubiera bastado, pero no contentos con eso me regalaron el recetario de Carvallo, una taza muy negra y muy criminal y el sombrero mejicano más grande que se puede comprar en Las Ramblas de Barcelona, para que así cuando vayamos de paseo podamos ir todos a pleno sol y dejar así de obligarles a ir por la sombra.
Después me fui al cine con el Abogado, Esther y Rubén, nos tomamos unas tapas en La Bodegueta y así acabó el día. Un día muy divertido, muy especial y muy emocionante. Gracias a todos los que me llamasteis, mensajeasteis o os acordasteis de mí.

domingo, 1 de agosto de 2010

(29) Y llegó el día

“A mí me parece que mi cumpleaños y Nochebuena son los días más divertidos de todo el año. Y el más divertido de todos mis cumpleaños fue cuando cumplí siete años. […] Me desperté temprano. Yo entonces dormía en el cuarto de Bosse y Lasse. Lasse y Bosse estaban dormidos. Como mi cama cruje, me puse a dar vueltas en ella para que crujiese mucho, a ver si así se despertaban Lasse y Bosse. No podía llamarles a gritos, porque en los cumpleaños lo que hay que hacer es poner cara de estar dormida hasta que vengan a despertarme. Y yo, venga a hacer crujir la cama, hasta que, por fin, Bosse se incorporó pasándose las manos por el pelo. Enseguida se despertó también Lasse, y entonces los dos salieron al desván y luego bajaron por la escalera. Yo oía a mamá hacer ruido con las tazas de café en la cocina, y casi no podía estarme quieta en la cama de la emoción que me entraba”.

Este fragmento de Los niños de Bullerbyn refleja los nervios y la emoción que sentiré el próximo día 1. Seguro que será todo muy especial porque detecto pequeñas conspiraciones por todas partes o será que estoy paranoica perdida porque el Abogado no suelta prenda...