viernes, 17 de febrero de 2012

Por sólo dos peniques


En mi infancia esta escena me aterrorizaba y ahora me hace pensar que volvemos a estar otra vez en lo mismo. Por sólo dos peniques... penique a penique nos están asfixiando. Los mercados financieros son insaciables. Ni reforma laboral, ni congelaciones, bajadas de sueldos, tijeretazos... ¿nada les parece suficiente? Ayer la bolsa se volvió a desplomar y los presupuestos se han descuadrados 48 horas después de su aprobación. Da miedo, mucho miedo. Pero otros, venga a engordar penique a penique... ¡Qué sabia eres Mary Poppins!

domingo, 12 de febrero de 2012

Tengo una pistola, de Enrique Rubio

A medida que pasan los años mi fantasía de mundo ideal toma fuerza exponencialmente. Me encantaría poder subsistir sin tener que salir de casa, relacionándome lo mínimo y necesario con otra gente. Sé que si pudiera trabajar desde casa pasarían semanas sin que pisara la calle. Así que es normal que rápidamente empatizara con el protagonista de Tengo una pistola de Enrique Rubio: Cascaradenuez, un administrador de webs pornográficas con una fobia social galopante que le impide salir de su casa y relacionarse con los demás.

A estas alturas de globalización social, de conversión hacia lo virtual, a nadie creo que le pueda extrañar este planteamiento. Quizá hasta podría tildarse de manido, pero Rubio sabe plantear con mucha inteligencia, pero también sensiblemente, la dificultad que entraña entablar relaciones con el exterior, con los demás, ante la posibilidad de aislamiento que facilitan el mundo virtual y sus tecnologías.

Con un estilo muy cortante, repleto de diálogos instántaneos, cual messenger en papel, podría parecer que narrativamente la novela está vacía como un cuadro de diálogo de ms-dos. Nada más lejos. El retrato de Cascaradenuez es más complejo de lo que podría parecer. Las descripciones de los escenarios, reales, virtuales (o la mezcla de ambos que percibe el protagonista) están muy bien construidas. Es patente que el autor ha arriesgado y se ha esforzados por huir de una trama manida y con elementos pelín efectistas gracias a la construcción de los elementos literarios. Ha sido un grato descubrimiento.

"Doy algunos pasos y compruebo que la gravedad es similar a la de mi nave del 4º A, sin percatarme de guardar la pistola, como si fuera un hábito automático que ya no sientes. Después de un rato, guardo mi pistola en el bolsillo y examino la realidad. Alta definición, al menos 1920 x 1080 píxeles. Rica en texturas y sin escatimar en polígonos. Los colores no son excesivamente brillantes ni vivos, sino naturales. Me muevo y no hay parones ni saltos en la imagen. Fluidez visual, por lo menos a 30 frames por segundo y 100 hertzios de tasa de refresco. Miro las líneas de los edificios, sin dientes de sierra, sin jaggies. La relación de contraste es al menos de 1200:1. Los efectos de antialiasing, mip mapping, bup mapping, enviroment mapping… son de última generación. Formato panorámico 16:9, más o menos, y un brillo de unos 520 cd/m2.

Esta simulación tan fidedigna era la realidad diez años atrás. Es el molde que utilizan los programadores para diseñarme los juegos con lo que he estado alimentándome. La realidad se parece bastante a mis videojuegos. La realidad es bastante real. Está bien conseguida. Eso me tranquiliza, aunque es una primera impresión, una preview. Hay que esperar a la review. De todos modos, el juego “realidad” no es tan real como un videojuego. En la realidad no hay tantas obras, ni tantos desperfectos ni tantas grietas como hay aquí. La realidad debería ser más compacta y lisa que este paisaje inestable. Hay algunos fallos en el diseño de la realidad, pese a ser fotorrealista. Puntuación en gráficos 9,2. Un remolino de aire hace volar una bolsa en espiral con gran elegancia. Puntuación en física 9,7. Aunque acabo de ver un coche que se mueve a trompicones. Resulta artificial. El humo de los tubos de escape, sin embargo, y el vaho saliendo de las bocas de la gente está implementado de manera bastante creíble. Puntuación en física de partículas 9,0."