domingo, 27 de junio de 2010

Para los que van a, están en y vuelven de Nueva York

Coincidencia curiosa, ofertas turísticas o no sé por qué, pero en cuestión de un mes familiares y amigos no hacen más que ir y volver de Nueva York. Justo hace unos días volvió mi hermana, ahora se va una amiga y en pocas jornadas otro amigo también despegará hacia allí.

Entre tanto viajecito me ha entrado la morriña y me he hecho con el libro de fotografías Changing New York, un proyecto de la fotógrafa Berenice Abbott que tenía como objetivo plasmar la evolución que sufriría la ciudad durante la Gran Depresión de los años 30. El proyecto aglutinó 305 fotografías de gran importancia para entender cómo fue la ciudad en esos duros momentos. Actualmente las fotografías forman parte de la colecció del Museum of the City of New York (si pueden dedíquenle una visita) que es donde me he comprado el libro. Como muestra, les dejo una instantánea de Central Park completamente nevado y con barracas. Quién lo iba a decir ahora...

Y de regalo, los pósters con tipografía que diseñan en Ork Posters son maravillosos. Hoy toca Nueva York, pero el de San Francisco también, o el del corazón...

¿Qué tendrá Nueva York que nos fascina tanto a la mayoría?
Todo, lo tiene todo.

viernes, 25 de junio de 2010

Zonas húmedas, de Charlotte Roche

Tras causarse una fisuara anal por apurar su depilado íntimo, Helen, la adolescente protagonista de este relato-confesión, se encuentra en la unidad de Medicina Interna del Hospital de la Virgen del Perpetuo Socorro. Espera la visita de sus padres divorciados, confiando en que ambos se reconcilien junto a su lecho de hija convaleciente. Mientras tanto, se dedica a analizar aquellas regiones de su cuerpo que la opinión biempensante suele considerar poco propias de la atención de una muchacha de su edad, y pido al enfermero Robin que saque fotos de las zonas que escapan a su mirada exploradora.
Porque a Helen, siempre dispuesta a ir al fondo de las cosas, a las experiencias extremas, incluso hasta donde éstas producen asco (como ella misma declara), la mueve una indomable curiosidad por su propia anatomía, por sus recovecos y orificios y por los múltiples aprovechamientos que ofrecen para maximizar el placer. En efecto, a la muchacha le gusta el sexo: en solitario o en pareja, con aguacates que cultiva tiernamente en un vaso de agua o con prostitutas de burdel a las que llega a dar más de una lección; por vía anal, oral y vaginal, menstruando, con chocolate o con riego previo... Eso sí, oliendo siempre a su aroma natural: pues esta dieciochoañera es un cuerpo rebelde que rechaza visceralmente los dictados de la higiene y de la estéril, por falsa, estética de las revistas de belleza femenina.

Generalmente después de leer un libro tengo opiniones divergentes, es raro que me guste mucho o no me guste nada. Siempre encuentro fallitos o cosas que se podrían mejorar y lamentablemente el libro de Charlotte Roche ha sido de los que más claro me ha dejado mi opinión al respecto. Si googleáis el libro os encontraréis con multitud de páginas y opiniones: que si es un manifiesto feminista, que si es una contribución al nuevo feminismo, que si es pornografía, que si es pornofeminismo, que si nunca se había escrito nada igual sobre el cuerpo femenino, que si es una oda al cuerpo de la mujer... todo el mundo ha dado rienda suelta a sus empanadas mentales, pero yo me pregunto ¿cuál es el objetivo de la literatura erótica hacia el lector? Entiendo que la provocación que lleva a la excitación (a lo mejor me equivoco). Entonces, si no sois fetichistas de las secreciones corporales, lo tenéis difícil.

Y es que la autora creo que ha pretendido escribir un relato innovador, valiente y atrevido sobre la sexualidad de una adolescente y no se ha dado cuenta (pensando bienintencionadamente) que de evocadora estaba pasando a repugnante y, lo que es peor, insustancial. El personaje protagonista se va desdibujando a medida que sucede la historia y es devorada por la sucesión de anécdotas a la cual más asquerosa sobre sus preferencias a la hora de perfumarse, escoger sus productos de higiene íntima, sus juguetes sexuales o su obsesión por probar cada secreción que sale de su cuerpo. Todo este anecdotario está narrado con profusión de detalles lo que lo hace doblemente perturbador. Así, si la intención era provocar (se dice que es una lectura para la masturbación) rubor sexual, conmigo ha sido un fracaso casi total. Y digo casi porque la escena que pudo ruborizarme fue la del rasurado que le hace un hombre al que acaba de conocer -por cierto, me recordó mucho a la de Las edades de Lulú-.

No pondría más objeción alguna -como he dicho antes, a un fetichista de las secreciones le encantará- si no fuera por la inexistencia psicológica del personaje protagonista. Al final ya no sabes si se comporta así porque quiere llamar la atención de sus padres, si tiene un trastorno mental o de personalidad o por lo que yo me decanto, que para la autora el personaje no tiene importancia, es plano y está vacío porque no es lo importante más allá de crear unas reacciones lo más polémicas posibles. Zonas húmedas me ha parecido un libro tramposo.

"Se moja ambas manos y humedece una zona extensa de mi bajo vientre. Desde el ombligo hasta la parte superior de los muslos, luego desde los labios de la vulva hasta el ano y el comienzo de la raja del culo. La coliflor la mira con lupa. Una carrera de obstáculos para la afeitadora. Después me echa espuma sobre las partes mojadas, lo que me produce cierta vibración en los labios (de abajo). Grrrrrr. Masajea un poco la piel con la espuma y coge la maquinilla. Empieza por los muslos. Va quitando los pelos púbicos que crecen en dirección a las piernas. Luego pone la maquinilla debajo del ombligo y se detiene. Se reclina un buen trozo para tener una mejor visión de conjunto del área, frunce el ceño con aire pensativo y dice todo serio:
- Me gusta que el vello llegue hasta esta altura. Lo voy a dejar así y quitaré sólo por los lados, de modo que nos quede una franja larga y oscura hasta la raja. A partir de allí y hasta detrás lo quitaremos todo". (páginas 54 y 55)

ROCHE, Charlotte. Zonas húmedas. Barcelona: Anagrama, 2009. 206 pág. ISBN 9788433975164.

miércoles, 23 de junio de 2010

Feliç Nit de Sant Joan!

Lo sé.
Hoy toca ésta.

Pero es que yo prefiero ésta otra.

¿Será por la letra?


Disfrutad de las cocas, achispaos con el cava, dejaos poseer por el fuego, no os queméis con los petardos y que no salga el sol en esta noche tan larga y maravillosa...

lunes, 21 de junio de 2010

Aún espero la carta de Hogwarts

Muerta me he quedado cuando he leído la noticia de la inauguración del parque temático Wizarding World of Harry Potter en Orlando.
Si no os entusiasma mucho la serie sobre el niño mago, no habéis recibido la carta de Hogwarts (tener ya unos añitos no importa, a mi amiga Esther le llegó la carta de Hogwarts para mayores de 25 años...) y no vais a ver la película con las bufandas de Gryffindor no podréis compartir la tremenda ilusión que siento yo por ir al dichoso parque.

Se ve que es una sección dentro de unos de los parques del Universal de Orlando y básicamente es un territorio de experiencias y gasto desmesurado, ya que sólo cuenta con tres atracciones el resto son todo tiendas y reproducciones de los escenarios clave del mundo mágico. Y esas reproducciones son quizá el gran acierto porque ¿quién no ha querido ir nunca a Hogwarts? Claro, los que tenéis una edad mental acorde con la biológica que no es mi caso. Yo me muero por ir a Hogwarts. La entrada al mundo mágico se hace por la estación del Hogward's Express llegando a Hogsmeade donde encontramos las tiendas y los bares del lugar, como el Tres Escobas o Zonko's, y también alguna tienda de Diagon Alley como Ollivander's. Después te das una vuelta por el castillo, con sus aulas, pasillos, escaleras donde esperaría encontrarme a Snape para darle un collejón.

Por los vídeos que he visto, las reproducciones están muy trabajadas y si ya a los mayores que aún vivimos en el País de Nunca Jamás ya nos deja con la boca abierta, no quiero ni imaginar la emoción que deben sentir los más pequeñitos. Y lo peor... cómo debe quedar la tarjeta de crédito...


Eli, Esther, ¿nos montamos un viajecito en escoba hasta allí?

jueves, 17 de junio de 2010

Out, de Natsuo Kirino

Masako, Kuniko, Yoshie y Yayoi trabajan en el turno de noche de una fábrica de comida preparada de los suburbios de Tokio. Todas tienen graves problemas, tanto de dinero como familiares, y se desenvuelven en una atmósfera hostil e inhóspita. Una noche, Yayoi estrangula a su marido, Kenji, cansada ya de sus continuas agresiones físicas. Masako, Kuniko y Yoshie la ayudarán a deshacerse del cuerpo. [...] La policía recela de ellas, pero no dispone de pruebas que las incriminen. En cambio, en su lista de sospechosos se halla Satake, el dueño de un casino y un bar de alterne que Kenji frecuentaba.

Una de las épocas más estimulantes de mi vida fue el año en que cursé 2º de BUP. Mi profesor de lengua y literatura castellana (del que ya os he hablado anteriormente) con sus clases me hizo reflexionar sobre muchas cosas (también me mató a ejercicios, pero me encantaban) y algunas me acojonaron muchísimo (perdón por la expresión pero lo sentí así) como la alienación, en plena adolescencia que parece que nunca vas a encontrar tu propia identidad... En ese momento leíamos El árbol de la ciencia y Peñas arriba y podíamos comprobar cómo los personajes perdían su esencia, algunos se encontraban con su otro yo, pero otros acababan vacíos, como un recipiente lleno de nada. Nunca otro libro a parte de los anteriores me había devuelto ese sentimiento angustioso por la alienación hasta Out de Natsuo Kirino.

Como bien explican en la sinopsis, Yayoi mata a su marido en un arrebato de rabia por las vejaciones que éste le inflinge y recurre a Masako, una de las compañeras de la fábrica de comida preparada donde trabaja, para que la ayude a deshacerse del cuerpo. Junto con el resto de compañeras trazan un plan para deshacerse del cadáver y fingir que se trata de una desaparición para que no sospechen de ellas. Lo que no se esperaban es que el asesinato marcara un punto de no retorno en sus vidas y en ellas mismas, que afectará a su amistad y a sus valores más profundos. Así, lo más sorprendente, a mi modo de ver, es cómo un grupo de mujeres sencillas se ven envueltan en asuntos cada vez más truculentos, cometiendo atrocidades impensables y la involución que les supone como individuos. A medida que el relato transcurre se tornan más desapegadas, más gélidas, llegando a parecer autómatas. Es bastante inquietante. Por esto mismo me ha impactado profundamente la lectura de este libro y la recomiendo a todo el mundo que quiera reflexionar sobre la alienación. Y para muestra un botón:

"No hacía mucho, Masako había comparado sus días en la Caja de Crédito T con una lavadora vacía, pero ahora se daba cuenta de que le había pasado lo mismo en casa. Si era así, ¿qué había sido su vida? ¿Para qué había trabajado? ¿Para qué había vivido? Al ser consciente de que se había convertido en una mujer exhausta y perdida, se le llenaron los ojos de lágrimas.
Quizá por eso había escogido trabajar en el turno de noche. Así podía dormir de día y trabajar de noche. O, lo que era lo mismo, vivir permanentemente cansada, sin tiempo para pensar, llevar una vida al revés de la de su marido y su hijo. Sin embargo, sólo había conseguido aumentar su rabia y su tristeza".

KIRINO, Natsuo. Out. Barcelona: Emecé, 2007. 551 pág. ISBN 9788496580299.

miércoles, 9 de junio de 2010

Bibliotecas en acción

Las bibliotecas son de los servicios públicos mejor valorados. Año tras año han ido subiendo puntos y se han ido inaugurando más equipamientos y parece que cada vez más gente es consciente de la importancia de la biblioteca como servicio público y gratuito para todos y más con la crisis que nos ha caído encima. Pero muchos compañeros se sienten desmoralizados por el difícil trabajo que supone gestionar el servicio día a día con cada vez menos recursos, menos personal, menos dinero para libros, actividades, pero a veces más horas de apertura.
En las últimas jornadas de documentación que se celebraron en la ciudad pude escuchar todas estas quejas, todo este desánimo, la frustración de sentir que la entidad local que te da la vida te deja desamparado una vez se ha tomado la foto de la inauguración. Y que encima se llenen la boca y se pongan medallas gracias al esfuerzo ajeno.

Por la dichosa crisis, las bibliotecas de Nueva York han sufrido un recorte de 37 millones de dólares en su presupuesto, lo que supondrá cerrar bibliotecas y despedir trabajadores. Y los que sobrevivan tendrán que facilitar el mismo servicio con mucho menos. Allí, que son más dados a la protesta que nosotros, han organizado una acción original a más no poder: los fantasmas (yo diría que son políticos disfrazados) entran en la biblioteca y tienen que llamar a los cazafantasmas. Grande, muy grande.



¿Para cuándo alguna protesta aquí? Será que no hay ejemplos por los que protestar...

lunes, 7 de junio de 2010

¡A la huelga!

Si eres estudiante y tienes que estudiar para el examen de selectividad y las bibliotecas son tu territorio de estudio, si eres padre y te gusta disfrutar del espacio de bebeteca o a tus hijos les encanta la hora del cuentacuentos, o quieres aprender y mejorar tus habilidades con los ordenadores o simplemente te gusta leer y te acercas a una biblioteca, puede que mañana la encuentres cerrada o que no te puedan facilitar los servicios habituales por estar escasos de personal y es que hoy nos vamos a la huelga.

Lo fácil es recortar del gasto público en lugar de gestionar mejor el gasto público. No puede ser que no haya problema en gastarse 3 millones de euros en una consulta no vinculante, pero luego nos hagamos los remolones cuando hay que aprobar los presupuestos de las bibliotecas, las escuelas, la sanidad... Lo bonito es construir una bonita biblioteca (hospital, escuela, centro cívico... escojan el equipamiento que más les guste), cortar la cinta, inaugurarla, hacerse la foto y luego huir, que gestionarla ya no es glamuroso. De eso que se encarguen otros y con dos duros. Que del trabajo vocacional viven muchos.

Porque es injusto que sea siempre el ciudadano el que pague las consecuencias causadas por la avaricia de los de siempre. Tanto si eres trabajador del sector público como si no lo eres (se empieza por lo que más rabia dan, pero vamos a cobrar todos), si recibías una ayuda de esas que a bombo y platillo se anunciaron cuando ya no quedaba dinero y ahora te vas a quedar a dos velas o para protestar por los gastos que causan las tonterías de los que mandan y porque en este país somos de poco protestar y olvidar rápidamente o simplemente que "cuando veas las barbas de tu vecino quemar, pon las tuyas a remojar".
Por todo esto, por la rabia acumulada y por el mordisco que le dan a mi sueldo (para nada boyante como malpiensan muchos) voy ¡a la huelga!

Y como dice un cartel de la foto: ¿de verdad creéis que los bibliotecarios iríamos a la huelga sin una buena razón?